𝟐𝟗

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Beomgyu estaba sentado en la entrada, fue lo primero que vio al llegar, dejó unos cuantos billetes sin ver el número al taxista y salió del vehículo, fue hasta el castaño para abrazarlo rápidamente, decirle un "Ya estoy aquí, no le pasará nada", y luego separarse para ir corriendo hacia el cuarto del Omega.

— ¡Yeonjun!

Unos leves sollozos se detuvieron a tiempo que el pelinegro alzaba la vista hacia él, sus ojitos estaban cargados en lágrimas y se abrazaba a sí mismo con dolor.

Soobin arrojó su bolso y su abrigo al suelo, para meterse al nido de un salto y abrazarlo.

— Soobin... Duele...

— ¿Qué duele, pequeño?

— Todo.

Soobin lo acunó en brazos y comenzó a dejar besos por su rostro, iba a ir hacia su marca, como solía hacer antes, pero el estado en el que se encontraba no le dieron ganas para acercarse.

La marca estaba completamente negra, y un color morado, como un hematoma, se expandía de esta y llegaba a cubrir el cuello y parte del pecho del Omega.

— Yeonjun, ¿Por qué no me llamaste antes?— dijo, su voz sonó baja y con un pequeño llanto al final.

Yeonjun intentó sonreír pero pareció una mueca.

— Porque era más importante que yo.

— No lo es, nada lo es.— Soobin se inclinó hacia su rostro, haciendo que sus narices se tocaran.

Buscó su mano, tomándola con firmeza, con la otra buscó el pulso en la muñeca del Omega, era muy acelerado, demasiado.

— Yeonjun, ¿Qué es lo que más te duele?

— La marca... Y el pecho, me duele respirar.

— Te voy a inyectar un sedante, no vas a sentir nada.— quiso apartarse, pero Yeonjun lo tomo débilmente por su remera, aunque esta escapó de sus dedos porque ni tenía fuerzas para agarrarla, Soobin se detuvo.

— No, no... Te dije que no me duermas.— el pelinegro se agitó, negando, soltó un quejido porque el moverse hacia que todo le doliera más, su respiración se volvió errática.

— Yeonjun, estás sufriendo, no puedo verte así, no me da el corazón para ver a nadie así, y mucho menos a ti.

— Quiero estar aquí, contigo.

— Yeonjun...

— Porque podría ser la última vez en todo lo que dure la eternidad, en que estemos juntos.

Soobin sintió su pecho doler con esas palabras, y las lágrimas subieron rápidamente a sus ojos.

— No será así.

Yeonjun negó, sus párpados pesaban y se cerraban con cansancio.

— Ven.— se acurrucó contra él, Yeonjun se resguardó en su pecho, escuchando el corazón que latía preocupado, Soobin fue a dejar caricias en su cabello.— Yeonjun... Eres en serio un sol, me has dado la oportunidad de ver el mundo con otros ojos, me has mostrado lo que es el amor, aquello tan lejano que creí que yo nunca iba a conseguir... Creí que el amor era para otros, no para mí, qué bueno que me equivoqué, qué bueno que encontré a alguien como tú, de nuevo, para decirme con todo su amor que me había equivocado... Qué bueno que he tenido el honor de pasar vidas contigo, porque nada de esto que pasamos será un desperdicio, estarás aquí mañana y en todas las vidas que le sigan, porque yo también voy a estar allí.

Yeonjun se sintió un poco mejor con solo las palabras tan bonitas del Beta, pero un escalofrío lo interrumpió, sintió sus pocas energías desplomarse, el aire más pesado, y frío.

𝐎𝐮𝐫 𝐋𝐚𝐬𝐭 𝐝𝐚𝐲𝐬 || 𝐒𝐨𝐨𝐣𝐮𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora