Lucero
La semana entera fue horriblemente incómoda. Por un lado estaba la tensión entre Ana y yo, por otro lado estaba mi hija quien a sus ahora 5 años no dejaba de hacer preguntas sobre lo que estaba pasando.
"¿Mamá, ¿porqué Ana ya no nos acompaña en el comedor?", "Mamá, ¿por qué ya no salimos con Ana?", "Mamá, ¿por qué Ana y tu ya no se hablan?", "Mamá, ¿por qué estás triste?"
Usualmente tenía la paciencia para contestar cada una de las preguntas de mi pequeña sin complicaciones o siquiera de cortarlas con alguna broma que la hacía reír y olvidar el tema, pero todo lo relacionado a Ana me hacía casi estallar. Todas las incógnitas de mi princesa eran recibidas con un "Ahora no, corazón. Luego.", aunque claro que ese 'Luego' nunca llegaba.
La alegría de la casa se había vuelto a ir. Los únicos ratos en los que veía plenamente feliz a mi niña era cuando pensaba que Ana y yo nos habíamos reconciliado y que habíamos vuelto a ser amigas de nuevo. Por más que traté de explicarle las cosas la decepción en su mirada era inmediata y aquello me partía el alma. Lucerito no era la culpable de mis problemas con Ana, pero desgraciadamente era una de las personas que estaban pagando el precio de nuestras malas decisiones.
Por un momento pareció que las cosas se mantendrían así para siempre, hasta un día Ana llegó con la noticia que más me temía. Ya había encontrado un lugar y no era más que cuestión de tiempo para que ella se fuera para siempre. Nuevamente quise impedirlo, pero sencillamente asentí como si no fuera cosa del otro mundo aunque esa misma tarde me encerré en mi habitación a llorar como magdalena.
Para desgracia mía ella hablaba muy en serio sobre que ya se iba puesto que dos días después de su anuncio inicial me dio una fecha exacta para su salida de la casa y resultó ser mucho más pronto de lo que pude haber imaginado.
Cuando aquel día llegó llevé a Lucerito a la casa de una de sus amigas muy temprano para que jugara. La familia era conocida de hace años así que no me preocupé mucho por ello y volví a la casa para enfrentar a Ana.
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Silvia
Mientras doblaba cuidadosamente la ropa y la colocaba en la maleta, sentía un nudo en la garganta y un peso en el corazón que se negaba a desaparecer. Cada segundo me inundaba un nuevo recuerdo compartido con Lucero que parecía susurrar su nombre en un eco melancólico que resonaba en el silencio de la habitación.
El dolor de la partida se entrelazaba con el dolor de su indiferencia, un torbellino de emociones que amenazaba con consumirme por completo. Cada movimiento era un recordatorio doloroso de lo que estaba dejando atrás, de los sueños compartidos que se desvanecían en el aire.
Al finalizar de empacar, me senté al borde de la cama, abrumada por la tristeza y la incertidumbre que llenaba la habitación que me perteneció por casi un año y medio. Mis manos temblaban mientras miraba a mi alrededor, memorizando cada detalle de aquel lugar que había sido mi refugio, mi hogar temporal.
El silencio era ensordecedor, roto solo por el sonido de mi respiración entrecortada y el eco de mis propios pensamientos. Cerré los ojos por un momento, dejando que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas en silenciosa despedida.
Cuando finalmente me puse de pie y levanté la maleta, sentí como si estuviera cargando el peso del mundo sobre mis hombros. El camino hacia la puerta parecía interminable, cada paso más difícil que el anterior.
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Dos Mil Rosas
Fanfiction❛En tiempos de odio, encontré mi refugio en tu amor.❜ En época de guerra, el destino entrelaza vidas de maneras insospechadas. Silvia, de raíces judías, se ve obligada a ocultar su identidad tras la máscara de una mujer aria tras la quiebra de su ne...