Capítulo 3

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Conforme los meses han transcurrido, la distancia entre ellos ha ido disminuyendo, ya no se encuentran solo cuando Luzbel intenta detenerlo, también simplemente por querer pasar tiempo juntos.

Al inicio, el ángel notaba lo incómodo que se ponía cuando sin querer invadía su espacio. Es por ello que se puso ciertos límites, los cuales le alegraba que se rompieran por voluntad de Alastor, lo que cada vez fue haciendo con más frecuencia, hasta el punto que un día al encontrarse, después de no verse por un mes, Luzbel se acercó a él y lo abrazo con fuerza, siendo correspondido de inmediato.

—En serio te gustan los patos —lo ve acariciando uno mientas observa a los demás.

—Son increíbles —con cuidado suelta al que tiene en sus manos— y no es por nada, pero fue algo que creamos juntos mi hermano y yo.

En los siguientes minutos, Alastor se dedico a escuchar atentamente la historia de como se les ocurrió. Le complace ver lo feliz que se pone al contarlo.

Más allá de uno que otro comentario que hace Luzbel, nunca le ha contado como es su relación con el cielo, casi no habla de ellos, aunque no necesita ser un genio para notar que no es agradable. Una vez le dijo que sus ideas siempre eran rechazadas, tiene más tiempo libre del qué debería y no es como que Alastor piense que los ángeles trabajan las 24 hrs, pero si sus ideas son rechazadas, es obvio que no lo involucran mucho, a menos que sea muy necesario, y lo más importante, lo escucha culparse de que su hermano sea un ángel caído, si tuviera el apoyo del cielo, no tendría porque sentirse culpable.

De cierta forma eran iguales, rechazados por su especie, la diferencia es que Alastor dejo de darle importancia, mientras que con Luzbel era un caso diferente por su naturaleza y aún más si seguramente alguno se lo recrimina con cierta frecuencia.

Se da cuenta que no importa si están vivos o muertos, si son demonios o ángeles, siempre hay rechazos, pero teniendo a su lado a su madre y a Luzbel, nada más le importa.

Le gusta ver la curiosidad que demuestra el ángel con cosas que para él pueden ser insignificantes, y Luzbel ama aprender cosas nuevas del humano, explicándole con gran paciencia y cariño.

En un par de ocasiones se ha hecho presente en su cabina. La primera vez, Alastor se dedico a explicarle cada una de las cosas que hay y el funcionamiento. En las siguientes, se quedaba sentado, observándolo con gran emoción hacer su trabajo.

Definitivamente se puede acostumbrar a ello y si Alastor le hace caso, al morir se podrán reunir en el cielo junto con su madre. Esa idea le emociona mucho.

Un día en particular y siendo la primera vez, se encuentra en la casa del castaño viendo con detenimiento el lugar. Es diferente observarlo desde el cielo, que hacerlo al tenerlo cerca y ser capaz de tocar las cosas.

—En esta foto lucen muy encantadores, Al —tomo con cuidado el marco, viendo a un pequeño y sonriente Alastor abrazando a su madre— ¿Cuántos años tenías?

—7 años.

Tan inmersos estaba en ver las fotos y el otro respondiendo sus preguntas, que no notaron cuando la puerta de la casa fue abierta.

—Cariño, gracias a Sophie pude encontr… —guardo silencio tras ver al hombre que esta a lado de su hijo.

Si no hubiera sido tomado por sorpresa, Luzbel fácilmente podría haber desaparecido, sin embargo, lo único que fue capaz de hacer, o en realidad no hacer, fue quedarse congelado en su lugar.

—¿Quién es usted, joven? —fue notoria la desconfianza en el tono de la mujer.

No es que sea prejuiciosa, pero la última vez que alguien blanco entró a su casa, su querido hijo fue lastimado.

Can you feel it? [Appleradio / Radioapple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora