🚖El chico del taxi 🚖

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¹²′⁰⁰ pm

Al ser medio día el sol brillaba en lo alto viéndose como único protagonista ya que no había ninguna nube adornando el bello manto celeste llamado firmamento. Los autos corrían de un lado a otro al igual que los buses, motocicletas y otros medios de transporte que se movilizaban con rumbos diferentes.

El tráfico a esa hora era un desquiciado porque las carreteras se llevaban al punto de formarse  "colas" infinitas dando como resultado chóferes molestos, el sonido de claxons y un chingo de gente quejándose no solo del calor si no también por la larga espera.

En un pequeño carrito de llantas oscuras, vidrios blindados y llamativo color amarillo con líneas negras denominado como taxi se encontraba un joven. Su piel era acaramelada luciendo algo brillante en su tersa frente y cuello por el calor, sus largos cabellos tintados de rubio claro, casi tirando a blanco estaban atados en una coleta alta dejando unos delgados mechones sueltos en sus sienes y sus ojos marrones se movían frecuentemente por la calle atento a cualquier movimiento de los autos de adelante.

— ¿Aún no avanzamos, hijo?— cuestionó una dulce voz desde el asiento trasero.

— Aún no señora SunBi— respondió soltando un suspiro de frustración.

Llevaban más o menos una hora atorados en el tránsito y sentía que en cualquier momento iba a volverse loco, no era la primera vez que eso le pasaba, para ser sinceros le sucedía casi a diario. Pero para ser tres meses los que llevaba laborando como taxista aún no lograba acostumbrarse a tan estresante situación.

— ¿No se le hace muy tarde para llegar a su cita?— cuestionó con pena observando a la ancianita por el retrovisor delantero.

— Aún falta una hora, hijo— le restó importancia —... Solo te pido si puedes bajar la ventana de aquí, creo que este calor puede sofocar a AnBi— acarició  las orejitas de la gatita.

— Si, por supuesto — presionó un botón del teclado delantero y automáticamente la ventana del asiento trasero empezó a descender permitiendo que la fresca brisa entrará — ¿Así está bien?— cuestionó.

— Perfecto — respondió ella acomodando mejor la minina en su regazo permitiendo que la brisa soplará sutilmente en su carita — Gracias —

— No sé preocupe...¡Oh! ¡Al fin!— exclamó contento al ver como todos los vehículos empezaban a avanzar totalmente dejándole la calle libre — Ya estamos avanzando...en menos de quince minutos ya estará en la veterinaria — sonrió.

— No te alteres, hijo— soltó con calma.

Namjoon asintió y presto total atención hacia el frente, condujo por la calle tranquilamente hasta que pudo observar a lo lejos un pequeño edificio con tonalidades rosadas y moradas. Ágilmente se estacionó en la entrada, bajo del vehículo para poder abrirle la puerta a la ancianita  y así poderla ayudar a bajar.

— Gracias, hijo— dijo ella tomando su bolso cuando el moreno se lo tendió — Espero volver a verte me gustó mucho hablar contigo — sonrió dulcemente.

— A mi también señora SunBi — hizo una reverencia — Y espero que AnBi se mejore — delicadamente acarició la cabecita de la felina recibiendo un sutil ronroneo.

La viejita se adentró al lugar con su mascota en brazos, durante todo el camino habían entablado una agradable conversación y entre platicas le comento sobre su rumbo al veterinario por la salud de la gatita que tenía una tratamiento especial por una enfermedad que podía tratarse de cáncer dando el echo de que su boquita y parte de su carita se encontraba hinchada. La viejita había soltado algunas lágrimas argumentando sobre lo triste que era para ella la situación de su bebita, pero él le había dado unas palabras de aliento puesto que él había perdido hace un año a su Moni, un perrito blanco que había sido su única compañía desde que se mudó de casa, entonces sabía cómo se sentía SunBi al respecto.

El chico del taxi  (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora