Capítulo uno.

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En mi alcoba, recostada sobre mi cama, disfrutaba de mi rutina diaria tras volver de mi trabajo de repartidora.

—¡Al fin en casa! —pensé, dejando escapar un suspiro de alivio.

Ansiaba llegar solo por una cosa; sumergirme en una nueva novela que había captado mi atención.

—No puedo esperar para ver qué pasa a continuación —me dije, tomando el libro con manos ansiosas.

Las suaves sábanas, el ligero aroma a lavanda y la ligera luz de mi lámpara eran justo lo que necesitaba para perderme en el mar de páginas y olvidarme del cansancio de mis días.

—¡Al diablo mi jefe! ¡Hoy es mi día libre! —reflexioné, sintiendo cómo la tensión del día se desvanecía mientras leía. Como de costumbre, tomé una bebida energética para mantenerme activa. Pero esta vez algo falló...

—¿Qué es? ¡Ay! ¡¿AH?!...—gemí de dolor, pronto puse una mano sobre mi pecho.—¡¿Ahg?!— Era doloroso, algo anormal.

—¿Qué está pasando...? ¡Ay! —me pregunté confundida luchando por respirar, hasta que me desvanecí—. Aún no termino de... —dije en mi último suspiro. Luego de tantos años de trabajo en vano, había sufrido un ataque cardíaco por mi mal hábito de beber bebidas energéticas.

•  •  •

La sensación fría de mis pies me hizo recordar — es como un destello...— pensé mientras mi cuerpo yacía en el abismo—. La novela se llamaba... <Tú dulce encanto>.

El nombre y la trama se trazaron rápidamente en mis recuerdos. Era una novela típica y cliché, pero aun así, lograba cautivarme.

—A pesar de mis gustos por las cosas alternativas, —reflexioné— una pequeña parte de mí siempre se sintió atraída por lo dulce y lo simple.

Mi cuerpo flotó en el abismo hasta que una destellante luz me forzó a abrir los ojos.

—¿Mmm? —gemí, sintiendo mis manos pesadas como ladrillos, al igual que el resto de mi cuerpo. Comparado con la sensación de paz de antes, esto era lo peor.

—¿Dónde...? —me pregunté, tratando de mirar el lugar lo mejor que pude. Mis ojos estaban lagrimosos y adoloridos, como si hubiese vuelto a la vida, lo cuál no era una suposición.

Observé lo mejor que pude mi cuerpo. Todo era extraño, desde mis manos hasta mis pies. Era más pálida de lo usual, como si estuviera muerta. Pero no me equivoqué, en el momento en que me desperté, un grito me aturdió.

—¡No puede ser! ¡Señor, venga a ver esto! —exclamó una mucama. Pronto salió tambaleando por la puerta, a tropiezos y lágrimas.

—¿Qué demonios? —dije, sin entender el cómo o el porqué de la situación.

—¿Dónde estoy?— pensé, tratando de recordar algo, cualquier cosa, pero mi mente estaba en blanco.

No fue cuestión de tiempo para que mi cabeza comenzara a dar vueltas. Los recuerdos se plasmaron bajo mi piel. Era claro, ahora era otra persona y no una persona cualquiera, más bien un personaje de una novela que había leído.

—¿Esto es real? —dije, como si quisiera que el universo me diera una respuesta lógica, que claro, nunca llegó. Era imposible. Ahora estaba atrapada en este lugar.

¡Soy la Dama Extraña que se quedó con el Héroe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora