—Lo que escuchaste. No voy a casarme contigo. No quiero un matrimonio sin amor ni sinceridad. No tiene sentido seguir con esto—repetí— tratando de mantener la calma aunque mi corazón latía con fuerza.—Eva... — comenzó a decir, pero lo interrumpí.
—No más excusas, Tristán. Ya está decidido. Rompemos el compromiso —dije firmemente, aunque internamente temblaba por la confrontación.
—¿Acaso es otra de tus estrategias para ver si me pareces interesante? —dijo Tristán, balbuceando sin sentido. Era una hipótesis absurda.
—¿Qué? No me digas que Eva había hecho esto antes... ¡Argh! —Pensé, enfadada—Un recuerdo antiguo de Eva pretendiendo querer Romper el compromiso con Tristán, vino a mi mente.
Pero, Aquella Eva no hablaba en serio...
— Esto será más difícil de lo que pensé...—maldecí internamente. Sabía que Tristán simplemente ignoraría lo que tenía para decir.
—No, Tristán, no es otra de mis estrategias. Estoy hablando en serio —dije con firmeza, tratando de no mostrar mi frustración.
—¿De verdad esperas que te crea?—respondió Tristán, cruzando los brazos con una expresión escéptica.
—Sí, espero que me creas porque esta vez es diferente —insistí, mirando directamente a sus fríos ojos azules. —No quiero seguir con un compromiso vacío. No tiene sentido seguir así.
Tristán soltó una risa seca, llena de incredulidad.
— Evangeline, tus intentos de llamar la atención ya no me sorprenden. Esta conversación no cambiará nada —dijo, su tono impregnado de desdén.
—¿Por qué no puedes tomarme en serio?—pregunté, desesperada. —Esta vez hablo en serio. No quiero este compromiso.
—¿Y por qué debería creerte ahora?—replicó, sus ojos clavados en los míos con una intensidad fría. —Has jugado a este juego antes.
—¡Porque esta vez no es un juego! —exclamé, sintiendo que mi voz temblaba de frustración. —Quiero algo real, y esto no lo es.
Tristán negó con la cabeza, su expresión implacable.
—Lo siento, Evangeline. Pero no voy a dejar que esta charada arruine el acuerdo entre nuestras familias. Sabes lo importante que es este matrimonio —dijo, volviendo a ajustar su abrigo como si la conversación estuviera concluida.
—¿Así que prefieres mantener una mentira solo por conveniencia? —le espeté, sintiendo la impotencia subir por mi garganta.
—No se trata de conveniencia. Se trata de responsabilidad y expectativas —respondió, su tono inflexible. —Si decides que no quieres seguir adelante, tendrás que darme una razón mejor que tus caprichos.
Sentí una oleada de desesperación. No importaba lo que dijera; Tristán había decidido no creerme. Pero no podía rendirme.
—Tristán, esto no es un capricho. Es mi vida, nuestra vida. No quiero un matrimonio sin amor ni sinceridad —dije, tratando de apelar a cualquier vestigio de razón que pudiera tener.
—No hay amor ni sinceridad en nuestra sociedad, Evangeline. Solo acuerdos y beneficios mutuos —Respondió, su tono frío y definitivo. —Así que, a menos que tengas una razón válida para romper el compromiso, no hay nada más que discutir.
Tristán se giró para irse, dejando claro que la conversación había terminado para él.
—Esto no ha terminado, Tristán. Encontraré una manera de salir de esto —dije, mi voz temblando pero decidida.
Mientras lo veía marcharse, supe que tendría que encontrar una solución más contundente para liberarme del compromiso. No iba a ser fácil, pero no podía quedarme de brazos cruzados.
—Haré lo que sea necesario —pensé, mi determinación creciendo con cada paso que daba Tristán lejos de mí. —Esta es solo una batalla en una guerra que estoy decidida a ganar.
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¡Soy la Dama Extraña que se quedó con el Héroe!
De TodoUn vestido de pluma negro e guantes de encaje largos, accesorios de arañas y calaveras. La hija del Marqués de Drácula, fue tachada como: "La dama de los cuervos" incluso circulan rumores de que se trata de una familia de vampiros -"¡Que horror!"...