CAPÍTULO 5

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Aún no me creo que le intereso de esta manera.

Alejandro: Me has dibujado sin camisa, ¿De dónde sacaste ello?

Taylor: Solo lo imagine.

Alejandro: Bueno, podrías hacerlo nuevamente, viéndome directamente a mí.

Taylor: Pero profesor.

Alejandro: Calla, ¿Puedes quedarte después de clases hoy? Lo contaré como horas extras en mi materia.

Alejandro: Necesito ayuda con un proyecto.

Taylor: Si claro.

Alejandro: Compraré tus dulces favoritos, te espero a las 3 en el aula de música.

Taylor: Está bien, ahí estaré.

Al llegar las tres de la tarde no quedaba nadie en el instituto, si acaso estaba Antonio en sala de maestros y Jimena en la cafetería y el aula de música quedaba al final de todos los pasillos. Caminando hacia allí con el corazón a mil por segundo, me estaba arrepintiendo a la idea de quedarnos totalmente solos. Teniendo en cuenta esa conversación, la vergüenza me ganaba. Entonces escribí un mensaje como excusa:

Taylor: Profesor, ya no hay nadie aquí. ¿Aún necesita que vaya?

Alejandro: Si la mayoría ya se fue, pero aún necesito que vengas.

Abrí la puerta y Alejandro estaba al final del aula con un lienzo y pintura, bastante concentrado de hecho, ni siquiera había notado mi presencia, me senté a su lado mientras él recostó su cabeza en la pared me miró y sonrió devolviendo mi libreta y me dio los dulces, ya se le había hecho costumbre y a mí no me molestaba, pues eran demasiado ricos, eran como chocolates cubiertos por coco y tenían un relleno de crema con este mismo, y a mí aunque soy un poco simple y las cosas dulces no son mis preferidas, realmente estos me encantaban, aún no logro entender como él lo supo. Hicimos algunas pinturas y bromeamos un poco. Y hubo un momento en que me preguntó:

—¿Por qué me propusiste subir tu falda?

—¿Por qué me lo pidió?

—¿Te molestaría si me dejas tocar?

—¿Tocar?

—¿Puedo?

Asentí con la cabeza.

No lo hizo de inmediato, seguimos con el proyecto y continuamos dialogando, pero de repente observo un poco de pintura que cayó en mis muslos:

—Tienes un poco de pintura aquí.

—¿Sí?

Me limpió con cuidado, pero dejó su mano allí y cuando me distraje comenzó a apretar mis piernas por debajo de mi falda, apretando cada vez un poco más... Sentí un cosquilleo por toda la piel, verdaderamente sabía lo que hacía, dónde y cómo tocar , era delicado, pero dominante a la vez, sin embargo, seguía notándose nervioso, era lindo...

Ya era hora de irme, entonces me dirigí al salón por mis cosas y le dejé un mensaje:

Taylor: Gracias por devolverme mi libreta y por los dulces Ale.

Alejandro: Alejandro* señorita Taylor, es un placer convivir con usted.

Taylor: Pero luego te molestas cuando te digo señor jaja.

Alejandro: ¿Ya te fuiste a casa?

Taylor: No, fui por mis cosas.

Alejandro: ¿Te llevo?, ¿Quién hay en tu casa?

Ahora no.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora