CAPÍTULO 7

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La verdad me tomé el tiempo de pensar todo lo que había sucedido, tal vez nada de esto estaba bien y siendo sincero eso me importaba poco, pero, yo no soy alguien a quien deberían amar, suponiendo que busca una relación conmigo o algo parecido, de todos modos, implicaría sentimientos y yo no me siento listo para ello, no puedo, ahora no, así que solo le pondría una excusa y evitaría a toda costa seguir conviviendo con ella, no me puedo permitir lastimarla con mis comportamientos a futuro, después de todo es una adolescente, en unas semanas me olvidara y no va a importarle esto:

—Hoy no puedo, sabes me surgió algo.

—¿En serio? Que lastima quería estar contigo.

—Tal vez en otro momento.

—Sii, no te preocupes, lo entiendo.

Narra Taylor:

De verdad no podía esperar a estar juntos de nuevo, no sé qué me pasa con Alejandro, pero es tan tranquilo estar con él, siento una paz que nunca antes había sentido con otra persona, es como si fuese un gato, amo los gatos.

El profesor Alejandro y yo no volvimos a dialogar por mensaje, tal vez está muy ocupado, pero no respondió el último que le envié, tampoco volvió a solicitar mi ayuda en el aula de música para su proyecto de arte, aunque se veía un poco cansado y estresado, quise ofrecer mi ayuda y mientras caminaba por los pasillos me dirigí al aula y entreabrí la puerta viendo que estaba en el fondo del salón:

—Buenos días, profesor, lo vi algo ocupado hace un rato, si quiere puedo ayudarle, tengo horas libres.

—No, estoy bien, gracias.

—¿Seguro? Te traje algunas ciruelas.

—No quiero, puedes retirarte. Estoy ocupado, Taylor —lo dijo en un tono frío y repelente.

—Disculpa.

Años atrás, mientras yo formaba vínculos afectivos con las personas de mi entorno social, hubieron algunas que realmente afectaron la manera en la que pensaba sobre el "querer", pues hacían exactamente lo mismo. Un día suspiraban cariño por mí y al siguiente no existía. ¿Realmente eso era querer? Siempre me afectaron ese tipo de cosas. Toda mi vida, cuando intentaba querer a alguien, simplemente me dejaba a un lado y me excluían. Lo hacían hasta que me sentí en completa soledad, aun así estando rodeada por los demás.

Antes de saber que los auriculares me ayudaban con mi ansiedad y demás controlaba mis emociones de otra manera, rasguñaba mi mano hasta calmarme, lo fui mejorando poco a poco.

Pero en ese momento, todo mi pasado transcurrió frente a mis ojos, la imagen que Alejandro me había dado a conocer sobre él se había derrumbado en un instante, pude haber pensado tranquilamente que solo había tenido un mal día y por ello me hablo de ese modo, pero no, no soy idiota, sabía perfectamente lo que hacía y que no hubiese actuado de ese modo conmigo solo por un mal día, el Alejandro que yo conocí no me haría eso. Él quería evitarme, ¿En serio lo haría después de todo lo que sucedió entre nosotros? Claro, como pude ser tan tonta para pensar que sería diferente esta vez. Los mensajes, no querer mi ayuda, ni siquiera mirarme y de paso hablarme como si no me quisiera cerca... No era una simple coincidencia.

Desde que convivimos me acostumbré a no llevar los auriculares, pues no lo sentía necesario, me gustaba más escucharlo hablar, pero resultó ser un problema, empecé a sentir como si me faltara el aire y una gran incomodidad que se disolvía por todo mi cuerpo y solo pude entrar a clases y pretender que no pasaba nada, en tanto que debajo de la mesa me clavaba lentamente mis uñas en la piel.

Pasaron semanas y solamente me evito, dijo que no necesitaba ayuda, y cuando pase por el aula de maestros estaba ahí con Paula, sentados en su escritorio, tan junto que sus asientos no tenían un mínimo espacio de distancia, le estaba ayudando con el proyecto de arte, el proyecto para el que no me necesitaba a mí al parecer y le escribí un último mensaje, que, si no respondía como los anteriores sin siquiera molestarse en darme una explicación, me iría para siempre:

Ahora no.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora