CAPÍTULO 4

8.9K 330 96
                                    

Casi llegaba al instituto y me encontraba muriendo de sueño. Hoy no vería a Taylor en clases, ya que luego del segundo receso habría un evento en otro instituto, entonces todos se irían allí. Yo, la verdad, no quería asistir, así que hablé con la directora y dije que me quedaría en el proyecto que tengo asignado.

Después de que todos salieran y el instituto quedará completamente desolado, escuché que tocaron la puerta del aula. Tal vez era algún maestro que necesitara algo antes de irse, pero cuando abrí, era ella, sin siquiera mirar mi rostro y diciendo:

—¿Te molesta si me quedo aquí?

—¡Para nada!

Comencé a sentir una vergüenza que nunca antes había sentido. Solo pensaba en ese beso y estaba tan nervioso que hasta tartamudeaba.

—¿Estás bien? Te ves un poco cansado.

—Si, no te preocupes, solo que no dormí muy bien. ¿Por qué te quedarás aquí? ¿No quieres ir al evento?

—No es eso, solo me duele un poco la cabeza. Le comenté eso a la directora y me dijo que podía quedarme aquí contigo.

—Pero, ¿te sientes muy mal? ¿Quieres algo?

—No te preocupes, estoy bien.

—Tengo tus dulces favoritos en mi mochila, ¿quieres?

—¿Por qué tienes esos dulces en específico?

—Bueno, quería dártelos, pero no nos topamos hoy.

Narra Taylor:

Sonreí como estúpida. Él era mayor, pero se comportaba tan dulce siempre, es un tonto muy lindo. Me sorprende que actúe de esta forma conmigo, pensaría que, como es alguien mucho mayor que yo, sería simple e insignificante, pero veo que suelo ser más simple yo.

Mientras yo estaba dibujando para distraerme, él estaba casi quedándose dormido en el escritorio. Al verlo así, con sus ojitos entrecerrados y posando el rostro en su mano, me dio tanta ternura. En ese justo momento me armé de valor, caminé hacia él y me senté encima del escritorio:

—Puedes acostarte en mis piernas si quieres.

—¡¿Qué?! No, no te preocupes, estoy bien.

—Yo no tengo problema. Estás cansado, puedes hacerlo.

—En serio, ¿no te molesta?

—No me molesta, no seas terco.

Narra Alejandro:

Simplemente no pude negarme. Se acomodó y me acosté en su regazo.

—¿Me permites tocar tu cabello? Es muy lindo -dijo Taylor, un poco apenada.

—Puedes hacerlo, me gustaría mucho.

Era lindo sentir su suave tacto. Me sentía tan tranquilo y, siendo muy delicada, tocó el cabello detrás de mi cuello. Cómo explicar lo que había sentido, fue como un corrientazo por todo el cuerpo. ¿En serio me gustaba tanto como para sentirme de ese modo? No pude aguantar, abracé su lindo torso poniendo mis manos debajo de su camisa y mi rostro en su abdomen.

—¿Puedo? ¿Te incomoda?

—¿Por qué debajo de mi camisa?

—Me gusta tu piel.

—No me molesta, puedes.

Su piel era tan suave, tan placentera al tacto, su cintura tan pequeña. Podía abarcarla por completo fácilmente. Estaba realmente concentrado en solo eso, jugando con su cintura debajo de su camisa, que no vi pasar el tiempo y ya casi sería hora de irnos. Me levanté suavemente y acomodé la silla para quedar entre sus piernas. La miré directamente y con una sonrisa rompí el silencio:

Ahora no.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora