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Nunca imaginé volver a esta situación..
Esta presión y dolor que siento, solo aumenta con los días..
Ojalá todo fuera como antes.. antes del virus.
Mi vida era normal y vivía feliz, a pesar de haberme mudado sola tan joven, no soportaba seguir viviendo con unos padres que apenas me miraban.
Pero mudarme lejos de ellos fue lo mejor que pude haber hecho, conseguí dos trabajos, aveces trabajaba de cajera en un supermercado y la mayoría del tiempo era niñera.
Era difícil ganarte la confianza de los padres cuando te vestias como un "delincuente"... bueno, eso era lo que pensaban y decían algunos.
Así que tuve que cambiar mi apareciencia cada que cuidaba a un crio, vestía un vestido azul y un moño del mismo color.
Disfrutaba cuidar de cada uno de ellos, pero había uno en especial al que quería mucho.
Manic.
Sus padres me conocieron por primera vez cuando tenía quince años, ya que una de sus vecinas me recomendó. A partir de ahí lo cuidé y con el tiempo me gané su cariño.
Nunca conocí al resto de su familia además de sus padres, estaba consciente que tenía otros dos hermanos mayores a él.
Sonia y Sonic.
A Sonia la conocía porque aveces traía a Manic a mi casa y logramos conversar en más de una ocasión. Era una chica muy agradable a pesar de que la mayoría del tiempo siempre estaba malhumorada.
Aunque al que nunca pude conocer fue a su hermano mayor, Sonic, por lo que se de Manic, él esta en la universidad y apenas va a visitar a su familia por falta de tiempo.
Las cosas iban realmente bien, estaba preparándome como de costumbre para recibir a Manic.
Me puse mi vestido y bajé las escaleras para esperar, estaba acomodandome en el sofá para ver una película mientras los esperaba, hasta que el timbre sonó. Sonreí y me levanté para abrir.
— ¡Sally! —Gritó el pequeño erizo mientras corría hacía ella. La mayor lo atrapó entre brazos con una sonrisa.
— Hola, linda.—la pelimorada se acercó a saludarla.— lamento haberte avisado tan tarde, pero pensé que Sonic podría cuidarlo mientras buscábamos a Sonia.
— No se preocupe señora Aleena, es todo un gusto para mi cuidarlo.
— Y a él le gusta estar mucho aquí, no dejó de insistir en que lo lleváramos contigo.—Jules lo miró de reojo, suspirando con cansancio.
