Capítulo 1.

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Desde que empezó mi consciencia a socializar siempre he buscado la línea mas segura y eficiente para lograr mis objetivos. 

Ser primero de la clase, fácil, solamente debo esforzarme más que los demás en las tareas y actividades, además de invertir mi valioso tiempo estudiando. No importaba que tanto me desvelaba, realmente me sentía decidido a ser el mejor de la escuela. 

Podemos decir que lo logré, no estoy del todo seguro.

Fue alrededor de segundo año de preparatoria, en cuarto semestre.

La rutina de mis estudios se había convertido en un hábito, todos los días tenía la disciplina de sentarme en mi escritorio a continuar con aquellos libros que nunca terminaban. Por eso, durante las horas de escuela, empecé a envolverme en ambientes distintos. Cambie amistades que no me aportaban nada a otras que mostraban una visión más amplia del mundo. Mis nuevos amigos me metieron a sus círculos, y así es como me juntaba con los "populares" de la escuela, convirtiéndome a mí en uno de ellos.

Fue en todos esos días tan complicados y con tanto movimiento que por primera vez pude sentir lo que es el amor.

Era una chica de gran estima de una preparatoria privada, pero influyente en los círculos de jóvenes. Era hermosa y de una familia adinerada, no había cabida para una fama de menor escala. A pesar de todas las grandes cualidades que acabo de mencionar, me enamoré de ella  por su forma de ser que conocí durante la primer plática que tuvimos.

Fue la plática más trivial que te puedas imaginar, era sobre un chisme acerca del noviazgo secreto de dos del grupo. Sus expresiones, tono de voz y carisma la colocaron en un podio que no puedo describir. Estoy seguro que dejé una buena impresión, pero siento que no fue lo suficiente, me quedé conforme pues no esperaba que yo tuviera tal reacción. Tras todo esto, comencé a tratar de acercarme a ella, tener más conversaciones e imprimir una imagen mía en su mente.

Todo parecía ir bien, incluso sentí la esperanza de lograrlo. Pero llegó competencia. Y para no hacer más larga la historia, quedé como una planta a su lado, pues si bien la llamé competencia, no tuve ni siquiera oportunidad. 

Fue entonces que me di cuenta qué era lo que me faltaba, y estudiar tan arduo como lo estaba haciendo no era la respuesta. 

Ya había perdido mucha disciplina, pues fui a varias fiestas perdiendo así tiempo de estudio. Me percaté que los de mayor impacto en esta clase de círculos son los que portan buenos relojes, visten ropa de marca, conducen buenos carros y viven en las mejores casas.

Eso era lo que necesitaba.

Entonces sucedió conocí a otras personas, de los mismos, pero con diferentes conversaciones. Allí me enteré sobre negocios no muy legales. Fue mi gran error consultarlos antes que cualquier otra forma de ganar dinero.

Al final no supe si aquella chica comenzó una relación con el tipo que me hizo sentir inferior. No me distancié del todo puesto que quedé unido a ciertos sujetos. Sujetos que aprecio como lo mejor de todo lo que pasó ese último año de preparatoria.

Pero bueno, suficiente recuerdo por el día de hoy.

Ahora, voy caminando de regreso de un sucio almacén con destino a una grandiosa discoteca, con una gran cantidad de dinero en una bolsa muy desgastada. Juro que he pasado los peores días de mi vida, y el objetivo de esto es que hoy termine todos los asuntos donde nunca debía haberme metido.

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La ciudad era grande, la metrópolis del país. En un lugar cualquiera llegabas a ver a toda clase de personas en toda clase de lugares.

Uno de esos era la discoteca "Luna de Miel", lugar con el cual Matt guardaba cierta historia. La cual el mismo Matt trataría de poner fin esta misma tarde. 

Cuando se encontró con la puerta le dio una gran mirada mientras pasaba por su mente todo aquello que en su momento había tenido importancia, ahora no eran más que vagos recuerdos que no le interesaba almacenar, pero no podía borrarlos tan sencillamente, ni de su mente ni de su vida social. Esperaba que esta última no fuera del todo cierta.

Las primeras puertas eran de un vidro polarizado unidireccional, lo que parecía un espejo negro era una pared para los guardias de seguridad. Estos, se acomodan cuando la fila de personas a entrar es corta, es decir, durante el día. Por esa razón Matt estaba consciente que su llegada había sido avisada desde incluso antes de detenerse frente a la puerta. La abrió y se topó con un rostro conocido, solo de vista, pero eso era suficiente para que hubiera comunicación. 

Más no la hubo, en cuanto ingresó hubo un cacheo de rutina, aunque más intenso en comparación a un cliente común. 

El sujeto le quitó la bolsa.

- ¿Está aquí el dinero?- preguntó el sujeto conocido, un hombre de piel negra y sin cabello e la cabeza.

- Si, allí está. ¿Vas a guardar la bolsa?- preguntó Matt, aunque quería esconder su preocupación y desconfianza le fue complicado con la acción del guardia.

- ¿Quieres acabar rápido? Pues entra de una vez, sabes a donde ir. El te está esperando.

- Sobra cierta cantidad.

- Te la devolveré, solo sé paciente.

- ¿Cuánto va a tomar?

- Lo que necesite tomará, una o dos horas, tal vez en cinco minutos.

- Solo necesito hablar con él, salgo y me voy.

- ¿Y el dinero no te lo llevas?

"Que sarcástico", pensó Matt. Su única prisa es alejarse de este mal que lo tiene de prisionero, si se termina en la plática, supuso que perder algo de tiempo en la misma discoteca no sería una pérdida de tiempo.

Se dio por entrar de una vez por todas.

Nervioso no era la forma de describir su estado de ánimo, tenía cierta angustia pero enfrente de él dominaba un carácter para finalizar su cometido.

Mientras caminaba entre el tumulto de gentío sacudiéndose entre ellos, trataba de no concentrarse en eso. Estar en sí mismo para conseguir el mejor resultado posible, si algo había aprendido en este último año sobre este tipo de gente este era el momento de aprovecharlo.

En su mente se mostraban mil y un escenarios, cada frase, cada gesto, tenía cada movimiento previsto y con una carta de su lado para contraatacar. Esperaba tener que usar las menos posibles, lo esperaba con todo su ser. Si todo iba a como esperaba, podía dejarlo atrás todo, puesto que... ni siquiera quería pensar cual es la otra cara de la moneda.

Su cerebro estaba a mil. Su ritmo cardiaco algo elevado, su alma resonando en uno solo con su entorno. Lo va a dar todo, se nota en su mirada, una mirada de fuego.

Cuando la puerta se abrió, su mente se puso en blanco y su cuerpo en automático. 

En un futuro recordará esos minutos como una grata comedia, en este momento son un infierno. Pero fue un infierno corto.

Nada de apretones de manos, nada de amenazas, solamente miradas con un gran desdén.

Salió con las piernas sin fuerza. Aseguraba que su habla no funcionaba. Fue rápido rumbo a un sitio donde pudiera sentarse. Allí tomo una gran bocanada de aire como si no lo hiciera desde que entró a aquel despacho. 

Finalmente acabó, pensaba.

Pero al instante de voltear a su derecha de la barra, pensó haber muerto, porque estaba viendo al mismísimo ángel.

Siempre juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora