Cap. 23

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Sin embargo me quedé de piedra al ver a la chica que bailaba sobre el pequeño estrado al fondo, bien agarrada de un tubo metálico mientras un hombre en ropa interior de lycra le hacía un streptease.

Wendy.

Mierda.

Caminé hacia ella molesta abriéndome paso a empujones entre la multitud olvidándome de Liam y el borracho que nos seguía. Tenía un único pensamiento: asesinar. Y tenía un único objetivo: Wendy.

—¡Wendy! —grité cuando llegué a plantarme de frente bajo el estrado— ¡Wendy!

Pero la chica estaba muy ocupada girando en el tubo. Ni siquiera lo hacía bien, no era profesional, se resbalaba a cada rato y una de las ocasiones cayó de trasero desde la cima. Lo más sorprendente es que el público la ovacionaba con euforia.

—¡WENDY! —grité con fuerza golpeando con las palmas la tarima y logrando que al verme cayera de nuevo sobre su trasero desde la cima.

—¡¿Qué demonios haces aquí?! —me gruñó acercándose a mi.

—¡¿Qué demonios haces aquí?!

—Me estoy divirtiendo.

—Baja de una vez, nos vamos a casa.

Wendy rió seca y negó con la cabeza. —Me la estoy pasando muy bien.

Y como si le hubieran llamado, el hombre en ropa interior de lycra se acercó a Wendy y comenzó a recorrerle lentamente la espalda con la parte baja de su cuerpo.

Wendy rió como si le estuvieran contando el chiste de su vida.

Sentí nauseas.

Wendy tomó al chico de los hombros y le zampó un beso tan asqueroso que me dieron ganas de irme a recluir a un convento de monjas. Pronto tomó la cara del chico y le susurró seductoramente algo al oído a lo que este respondió con una enorme sonrisa y un asentimiento de cabeza.

Probablemente habían quedado para después.

—Wendy hablo en serio, vamos a casa.

El hombre me miró de arriba a abajo y se marchó.

Pero Wendy se echó sobre su espalda y comenzó a mover las piernas como lo hacían en las viejas películas de la los 70's, tengo que admitir que al menos en ese aspecto mi hermana tenía estilo.

De inmediato sentí un golpe en la espalda y unas manos en mis piernas que arrojaron mi cuerpo hacia arriba. Sentí que mi cuerpo se elevaba y al caer en una superficie de madera dura me golpeé con fuerza la cabeza. En un segundo me di cuenta de que ya estaba tendida sobre mi espalda en la tarima.

La risa de Wendy resonó en mi machacada cabeza obligándome a llevarme una mano a la lesión en donde descubrí algo de sangre al tocar la herida e inspeccionar mis dedos.

La iba a matar.

Quise ponerme de pie pero el esfuerzo solo logró tornar mi visión doble casi al instante por lo que desistí de inmediato.

—¿Eres Lucy, cierto? —preguntó el hombre con la ropa interior de lycra.

Una de las propiedades más características de la tela de lycra era la horrible capacidad de adherirse a la perfección a cada zona del cuerpo. Así que se podía decir que tenía frente a mi una imagen que definitivamente no quería tener e iba a causarme pesadillas el resto de mi vida.

El hombre se dejó caer de golpe sobre mi abdomen con la intención (supongo) de hacer un baile exótico o un streptease, logrando únicamente sacarme el aire con ese golpe que no era para nada excitante.

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora