Cálido y Rojo

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En el bullicio de la ciudad, Juan caminaba por las calles empedradas, sus pensamientos centrados en una sola persona: Spreen. Desde el primer momento en que lo vio, supo que había algo especial entre ellos. Sentía un fuego cálido en su corazón cada vez que pensaba en Spreen, un amor tan intenso y verdadero que iluminaba su vida como el sol naciente.

Spreen, con su cabello oscuro y ojos amatista, era un enigma para Juan. A menudo, Spreen parecía perdido en sus propios pensamientos, incapaz de ver lo que Juan sentía por él. Cada encuentro casual, cada sonrisa compartida, hacía que el amor de Juan creciera más fuerte, pero también aumentaba su frustración. ¿Cómo podía hacer que Spreen abriera los ojos y viera lo que estaba justo delante de él?

Juan recordaba claramente la primera vez que se dio cuenta de sus sentimientos. Habían estado en un café, hablando de todo y nada, y cuando Spreen se rió de una broma, algo dentro de Juan hizo clic. Desde ese momento, supo que lo que sentía era amor, un amor cálido y rojo, como la pasión más pura.

Pasaron semanas, luego meses, y Juan seguía esperando que Spreen notara sus sentimientos. A veces, Juan veía destellos de algo en los ojos de Spreen, una chispa que le daba esperanza, pero nunca duraba lo suficiente. Juan se preguntaba si Spreen alguna vez lo vería de la misma manera.

Una tarde, decidieron reunirse en un parque. El sol empezaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos cálidos y rojos. Mientras caminaban, Juan no pudo evitar pensar en lo mucho que deseaba que Spreen abriera los ojos y viera el amor que él tenía para ofrecer.

Con el corazón latiendo con fuerza, Juan finalmente decidió que ya no podía esperar más. Tenía que decirle a Spreen lo que sentía, mostrarle que este amor era real y que merecía ser correspondido.

Pararon cerca de un lago, donde el reflejo del atardecer danzaba sobre el agua. Juan miró a Spreen, tomando una profunda bocanada de aire. En ese momento, todo se reducía a esas palabras que había guardado durante tanto tiempo.

Juan, con voz temblorosa pero decidida, le dijo a Spreen cuánto significaba para él. Le habló de cómo su corazón se encendía cada vez que estaba cerca, cómo veía en él la promesa de un amor verdadero y duradero. Le pidió que abriera los ojos, que viera el amor cálido y rojo que estaba dispuesto a darle.

Spreen se quedó en silencio por un momento, sus ojos amatista reflejando la intensidad de las palabras de Juan. Parecía sorprendido, como si no hubiera considerado esa posibilidad antes. Pero en esos instantes de reflexión, Juan vio algo cambiar en la mirada de Spreen. Era como si finalmente estuviera viendo lo que había estado allí todo el tiempo.

Spreen tomó la mano de Juan, y una sonrisa suave apareció en su rostro. Le dijo que, aunque no lo había visto antes, ahora entendía. Agradecía la honestidad y la profundidad de los sentimientos de Juan, y aunque necesitaba tiempo para procesar todo, quería intentar descubrir si ese amor cálido y rojo podía ser recíproco.

El corazón de Juan se llenó de esperanza y alivio. No era una declaración de amor inmediata, pero era un comienzo. Un paso hacia lo que siempre había deseado. Caminando juntos, con el cielo teñido de rojo sobre ellos, Juan sintió que el futuro era prometedor, sabiendo que había plantado la semilla del amor en el corazón de Spreen.

Y así, con la promesa de un nuevo día, Juan y Spreen comenzaron un viaje juntos, explorando la posibilidad de un amor que, si bien tardó en ser visto, siempre estuvo destinado a florecer.

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Hola perdón por la inactividad

Tqm a todos 🤓💫

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