PREFACIO

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Jessica Miller

Cuando tenía cinco años, soñaba con un marido de ensueño. Un hombre de cuento de hadas.
Lástima que mi padre se encargó de romper aquel sueño cuando estaba por cumplir catorce años.

Toda la fachada de un hogar feliz y de ensueño se fue en picada cuando a mi progenitor se le ocurrió la grandiosa idea de anunciar que se iba de la casa.

—De verdad lo siento mucho Jessy, pero tengo que irme. Algún día, cuando tengas la edad suficiente entenderás el porqué tomé esta decisión.— Lo mire con una expresión curiosa, queriendo entender el porque llevaba una maleta en la mano y porque mi madre lloraba desconsolada en la sala.

—Pero me prometes que vas a venir a verme?— susurro para tomar su brazo con una expresión triste, esperando que mis ojos de cachorro regañado le convenzan para quedarse.

—Tratare de venir cuando me sea posible. Mientras tanto continúa con tú vida y por nada del mundo dejes de luchar por tus sueños.—

Esas fueron las sutiles palabras que utilizo para mí, mientras me aferraba con todo mi ser a su brazo para que no se fuera. Aunque todo eso fue en vano, ya que logró deshacer mi agarre y marcharse en su automóvil.

A esa edad, era una adolescente que apenas entendía que era el enamoramiento y no logré procesar todo tan rápido.

Después de ese día, jamás volví a verlo. Nunca tuvo el valor de venirme a ver, o explicarme porque se había marchado.

Aún recuerdo cómo me enteré de la cruda verdad, de que se habían divorciado porque mi padre tenía una amante, a la cual amaba con locura y ahora tenían una hermosa familia.

(Esas habían sido las palabras que empleo mi madre al llevarme al vecindario donde vivía mi papá, después de insistir que quería verlo para partir un pastel por mi cumpleaños número dieciséis.)

—Ahora lo entiendes, Jessica. Tú padre nos abandono porque tiene alguien más en su vida.—

—¿Por eso es que jamás me va a visitar?— murmuró en un hilo de voz hacia mi madre, sintiendo una marea de emociones en mi interior.

—Si, por eso nunca puede ir a verte. Ahora es feliz con su otra familia y debes entender que jamás volverá a ver por ti. Solo somos nosotras dos.—

Ese día lloré a mares en mi habitación. Me sentí traicionada, engañada y desplazada.

Desde ese día, me jure a mi misma que jamás ningún hombre se iba a burlar de mí. Nadie iba a jugar con mis sentimientos.

Ahora, con veintiún años, aprendí a sacar partido a mi belleza.

No me malinterpreten, podía ser una mujer calculadora, manipuladora y ambiciosa, pero nunca una inútil.

Había logrado llegar hasta el nivel universitario y estaba por ingresar a mi último año de filosofía y letra.

Durante todo esté tiempo, siempre había sabido moverme en el mundo del amor sin salir herida.... Hasta que lo conocí ha él.

Una belleza sutilmente masculina, de cabello negro como el ébano y unos ojos que me mostraban la galaxia en ellos.

Ese hombre fue capaz de romper las barreras que había creado... fue capaz de conocer a la verdadera Jessica Miller. El único error que él cometió, fue enamorarse de la mujer equivocada y herir a la indicada.

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