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3. "la chica de fuego"

DIANA.

Respiración pesada, manos temblorosas, la necesidad de caminar de un lado a otro es la definición de mi estado actual. El momento está llegando, mi misión está a punto de tomar su punto más difícil y no puedo evitar sentirme insegura por ello. Aprieto firmemente mis puños buscando la calma, mientras me repito un par de veces «Cálmate, Diana, recuerda tu entrenamiento, recuerda lo que te dijo tu padre, recuerda» y de repente viajo a esa noche, la noche en la que todo comenzó.

Tres años atrás.

Era un lunes por la noche, me encontraba entrenando combate cuerpo a cuerpo. Recuerdo claramente mis movimientos y los de mi oponente; él atacaba con fuerza con su poder de rocas mientras yo me mantenía evasiva, usando mi poder mental para adivinar sus movimientos con exactitud y luego contraatacando con fuego, mi elemento principal y con el que siento una gran conexión. Mi padre siempre se ha mostrado orgulloso de que haya heredado uno de sus poderes elementales, entrenándome e inculcándome todos sus conocimientos. Gracias a esto, pude coronarme en la academia como la más fuerte de mi generación, abriéndome grandes puertas y teniendo como objetivo superarme cada día aún más.

—Vaya, señorita Horan, su técnica no deja de impresionarme, es la digna hija de su padre —dice mi oponente, sonriente, mientras coloca rocas en sus heridas para poder curarse. Es una característica fascinante el que podamos recuperarnos con solo estar en contacto con uno de nuestros elementos—. Batallar con usted me inspira.

—Me alegra escuchar eso, es un honor para mí ser la inspiración de alguien y, si te soy honesta, disfruto nuestros combates —le respondo sonriente. La verdad es que sí disfruto mucho entrenar con este chico, pero hace tiempo que deseo un reto más grande, algo que me obligue a superar mi límite. Ya luchar con el soldado más fuerte tiende a aburrirme; me siento horrible pensando esto.

En el fondo sé que mi insatisfacción se debe a mi alto deseo de mejorar, superar mis límites y demostrar mi valor para enriquecer mi orgullo y mi postura como la más fuerte de mi generación. Y quién sabe, tal vez algún día supere a mi padre, uno de los cinco consejeros, los seres más poderosos de Mahōtoshi, otro de mis más grandes objetivos sin lugar a dudas. No obstante, ya no sé qué hacer para mejorar, me siento estancada, atrapada en un camino sin salida, solo retroceso. Ojalá las oportunidades cayeran del cielo.

Y como si un Yōkai cumple deseos me hubiera escuchado y se haya apiadado de mí, un fuerte remolino de viento se formó en el cielo, formando un fuerte tornado frente a mí del cual una cara conocida salió de él, prepotente, elegante y derrochando belleza: Thea, mi mejor amiga y, como no, mi eterna rival. Ambas rivalizamos en nuestros tiempos de instituto; yo sobresalía, ella quedaba atrás. Sin embargo, eso nunca fue obstáculo para que nuestro vínculo se debilitara, al contrario, yo a ella la inspiraba a ser mejor, mientras que ella me inspiraba a mantenerme fuerte para ser una digna rival y un objetivo a alcanzar para ella.

—Thea, cuánto tiempo —le sonrío y me acerco para abrazarla. No obstante, rápidamente me percato de que algo no está bien. Ella se coloca en posición de batalla y, sin dejar ningún intervalo de tiempo, extiende su mano lanzando una fuerte ráfaga de viento que apenas logro esquivar. Sin pensarlo dos veces retrocedo para dejar algo de distancia y uso mi poder de la mente para intentar entender la situación, pero para mi sorpresa su mente estaba cifrada, no podía leerla con claridad. ¿Qué demonios está pasando acá?

—Confías mucho en ese poder mental tuyo; para tu mala suerte desarrollé un hechizo para contrarrestarlo. Ahora las cosas sí están iguales entre nosotras dos... Esta vez no voy a perder, Diana —la determinación de su voz, esa estrategia para ponerme en aprietos, es justo lo que necesitaba en este momento.

—Confieso que me has puesto contra las cuerdas con ese movimiento, pero recuerda, en el ajedrez por más que te comas a la reina, siempre hay más piezas con las habilidades para llevar esto a un jaque mate. —El fuego en mí está encendido, no me había sentido así en bastante tiempo.

Sin pensarlo dos veces, desaté mi poder. Mis ojos brillaron en un rojo intenso y dos bolas de fuego se formaron en mis puños. Por otro lado, Thea también desató su poder, una fuerte ráfaga de viento la envolvió levantándola ligeramente del suelo. Sin pensarlo mucho, decidí ser la primera en atacar; con habilidad me acerqué a ella tratando de golpearla con un golpe candente, el cual ella esquivó sin complicaciones, e intentó contraatacar con una patada la cual detuve con mi telequinesis.

—Podrás evitar que entre a tu mente, pero la telequinesis no la puedes detener —le dije con una sonrisa pasmada en mi rostro y mis ojos brillando en un gris intenso. Ella no lo piensa dos veces y me lanza una fuerte ráfaga de viento la cual trato de contrarrestar con una llamarada. Ambos poderes impactan con violencia. Yo obviamente aprovecho esta colisión para rodearla y atacar por otro ángulo, sin embargo, ella leyó esto ya que un muro de agua bloqueó mi camino e intentó atraparme, pero yo tuve una velocidad de reacción más rápida y sin pensarlo dos veces usé mi fuego para evaporar el agua y, con la telequinesis, moví las partículas de ese humo para expandirlo y bloquear la visión de Thea.

—¿Crees que puedes esconderte con eso? Recuerda que el humo tiene agua y puedo moverlo con facilidad. —Dicho esto, el humo empezó a desaparecer, revelando la posición de Thea—. Tu estrategia no funcionó.

—¡Oh, claro que funcionó! —Chasqueé mis dedos con confianza y la ilusión que creé frente a ella desapareció dejándola atónita. Yo, por mi parte, con un movimiento de mi mano, lanzo un fuerte látigo de fuego atrapándola y con mi telequinesis la empujo haciendo que cayera derrotada—. Gané yo.

—Carajo, creí que esta vez...—la libero antes de que termine de hablar y la abrazo con fuerza—. Ganaría, ¿Diana? —Noto la confusión en su voz, supongo que el abrazo la tomó desprevenida.

—Me pusiste contra las cuerdas, encendiste ese fuego que pensé que estaba apagado, estás por un muy buen camino en serio y estoy segura de que algún día lograrás lo que te propongas —la emoción en mi voz era clara.

—Ya, no te me pongas cursi en este momento, ¡qué asco! —me aparta juguetonamente—. Pero gracias, no me voy a rendir hasta derrotarte. —Extiende la palma de su mano hacia arriba, noto una cortada—. Lo prometí por mi sangre.

¿Una promesa de sangre? Sí que se lo tomó en serio, ese tipo de promesas es realmente serio. Consiste en cortarse la palma de la mano y usar tu poder para jurar por ella. Recuerdo la mantra, mi padre me la contó cuando tenía once años:

"Bajo la mirada del destino y los espíritus de mis ancestros, reúno todo mi poder para sellar este pacto eterno. Con mi sangre mágica derramándose, juro solemnemente:"

Y después se especifica cuál es la promesa. Acto seguido, la sangre derramada empieza a brillar y la herida cierra rápidamente dejando una marca como una señal de que tienes una promesa que cumplir, no solo a ti mismo sino a tu propio destino y ancestros. La verdad, creo que es un acto muy desesperado de su parte; sin embargo, no voy a juzgarla y mucho menos decirle eso. Respeto firmemente un pacto de sangre.

—Sin embargo, no fue precisamente por eso que luché contra ti, tómalo como una prueba para esto. —Me pasa un sobre y, al verlo, quedo boquiabierta.

—Una misión clase A+... ¿Para mí? —son las misiones más secretas y más peligrosas, solo el consejo realiza estas misiones debido al peligro que conllevan, al menos esto me contó mi padre.

—Irás al mundo humano, conocerás al elegido de cabello blanco.

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