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—Dios, Wednesday...— Enid pegó más su cabeza contra el pecho de Wednesday mientras sentía que las manos de ésta separaban sus piernas, obligándola a no cerrarlas. Su barbilla temblaba, sus manos se elevaban hasta la nuca de la otra para aferrarse, y dio un pequeño salto para que su rostro esté a la altura del de la pelinegra.

Juntó sus labios, usó su lengua, y al sentir que aumentó la velocidad del vibrador, gimió en los labios de la menor, que no la dejó separarse de ella en ningún momento. Una mano separando su pierna y la otra su mano, un beso más fuerte, la mayor sintió cómo su centro comenzó a contraerse mientras sentía la acelerada velocidad del juguete.

Un pequeño vibrador, el cual Wednesday medía la velocidad, bajandola y subiendola con un pequeño aparato en su mano derecha, pero que desde que subió hasta el último nivel, dejó ahí.

Enid jamás pensó que Wednesday fuera la que hubiera comprado eso.

Ese día Wednesday no había dormido en su departamento por una estricta norma que tenían, donde si no veía que la estudiante no estaba en su habitación, por lo menos, dos días, iba a ser terriblemente amonestada por la sección departamental y la escuela.

Así que cuando recibió una llamada, de la pelinegra diciendo que la extrañaba y que apenas llegó Wednesday la besó, sí, Enid también la había extrañado. Sonrió mientras la besaba, pero una cosa llevó a otra, la mayor había terminado haciéndole un oral a la menor y ésta había terminado mostrándole un vibrador que había comprado hace tiempo.

Vibrador que estaban usando en ese momento, y vibrador que la rubia realmente estaba amando.

Por su pequeño tamaño y gran velocidad que podía ser ajustada sentía cómo se movía de forma violenta dentro de ella, cómo acariciaba sus paredes y cómo la hacía sentir apretada por sólo esas dos pulgadas. Comenzó a sudar más cuando sintió el dedo de Wednesday en su clítoris, masajeando, acariciando de forma suave. pero brusca.

Despegó sus labios de la otra cuando sintió que su orgasmo había llegado, gimió de forma brusca, fuerte y repetidas veces gimió el nombre de la pelinegra, que estaba controlando su juguete, que poco a poco bajó de velocidad a estar completamente apagado una vez que Enid se recuperó.

Pegó más su cabeza contra el pecho de la otra, su barbilla seguía temblando, y volvió a gemir al sentir que ahora eran los dedos de la menor, los que estaban en su apretado y ahora mojado coño, acariciando los labios, el clítoris, y sus muslos. Se acercó a ella, gimiendo un poco, pero Wednesday le mostró sus dedos llenos de fluidos. Rió.

—Me gusta tanto cuando gimes mi nombre.— Su potente voz que pocas veces le entregaba, y era cuando se volvía en la dominante que era, la dominante que muchas veces no mostraba. Enid rió mientras subía su mirada a verla, y ambas rieron.

—Y a mi me gusta cuando eres la culpable de darme tres orgasmos en un día.— Rien, Enid siente cómo Wednesday le quita el vibrador y luego lo ve, asombrada, y ahora con un sonrojo, causando uno en la otra.

No era por cómo estaba viendo que la pelinegra veía el vibrador dentro de ella lleno de fluídos, sino, lo tierna que se veía. Lo veía asombrada, sonrojada, porque no estaba creyendo que ella con su ayuda le cedió un orgasmo, y Enid quería saltar a besarla, diciendo lo hermosa y lo mucho que le gustaba.

Porque por fin lo admitió y admitió que lo que tenían era citas, que esos besos que ya se daban frente a Pugsley sin pena eran besos románticos, y que todas esas veces que compartieron algo en cama era de... amantes.

Enid se para, se estira y siente cómo sus piernas casi no funcionan, pero eso no le importa. Está desnuda frente a Wednesday, que su vista dejó de ver el vibrador a sólo verla a ella, a los ojos, y sonríe.

—Eres la mujer más hermosa que conozco.

—Wednesday, me tienes frente a ti desnuda, dime algo más sucio.— Sujeta un pantalón de pijama y se lo pone, y ahora, ve cómo la menor examina su pecho desnudo. Se para, los sigue viendo, y los toma con sus manos, haciendo a Enid alzar su ceja derecha. —¿Que-

—Me gustan tus pechos y me gusta mordisquearlos, si te soy honesta, me gusta dejarlos un poco hinchados y rojizos porque... porque siento que se ven lindos, mira, bop bop. — Fusión de romántica, sexy y tierna, hasta que comenzó a jugar con ellos.

—Ya vi que piensas que son botones, ya déjalos.

—¡Son muy tiernos! Mira.

—Wednesday, amor, son mis pezones, los veo todos los días.

—Pero no todos los días los ves siendo mordisqueados por mi.— Y lo hizo, la estúpida cual Enid estaba siendo alborotada metió un pezón a su boca y comenzó a succionar, a morder y a chupar, haciéndola gemir. Hasta que se separó de ella y subió a su rostro. Ahora estaba sonrojada. —¿Qui-quieres comer algo? Puedo cocinarte algo, si quieres comer algo si es que tienes hambre, porque si tienes hambre puedo cocinarte algo, porque puedes tener hambre y yo-

—No tengo hambre, ¿tú?— Wednesday niega, y le presta una camisa, ahora tapando sus ojos con su mano derecha. —Por el amor de Dios, mi amor, literalmente acabas de chuparme uno, no te hagas la tímida.

—¡Lo soy, y no digas cosas así!

Bueno, sí, a Enid le seguía gustando eso. Y puede que le gustaba mucho más esa faceta tímida que la faceta sexual... pero a quién engañaba. Le gusta todo de Wednesday.

Se acostó frente a ella mientras sus dedos trazaban figuras sin sentido en el rostro de la pelinegra al mismo tiempo que ésta le contaba sobre un nuevo robot que estaba construyendo que podía hacer backflips. Suspiro.

—¿Me lo puedes enseñar?

—Sí, pero luego, ahora sólo quiero estar así como estamos, me gusta.— Toca su nariz con su índice, hace un 'bop' con sus labios, y la hace reír, y luego la besa.

—A mi también me gusta cómo estamos.— Palabras que hicieron sonreír a la menor, que tomó una de las manos de la otra, la besó, y carcajeó.

—Me gustas.

—Y tú a mi, Wednesday.


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ICE CREAM [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora