En la penumbra de la habitación, Esmeralda recibía a su hija Yumi, una bella muchacha de diecisiete años que a pesar de su edad y aspecto de juvenil inocencia ya había sido concienzudamente entrenada por su madre en la despiadada crueldad de los métodos de la Mafia. Ella ya había aprendido destrezas tan útiles como manejar armas de fuego, artes marciales y dar muerte con atroz eficiencia.
Yumi contempló la escena en la habitación sumida en la semioscuridad, donde no había más muebles que un emparrillado de hierro sobre el que yacía un corpulento hombre desnudo, firmemente atado, con pinzas metálicas que conectadas a los bornes de un dispositivo eléctrico, mordían sus pezones y su pene.
El hombre semiinconsciente respiraba pesadamente; había sido brutalmente apaleado y torturado con descargas eléctricas hasta la extenuación.
- Hola mamá – saludó Yumi al entrar; la escena hubiera puesto los pelos de punta a cualquiera pero Yumi pasó con fría indiferencia ante el prisionero. Ya había asistido muchas veces con su madre a largas sesiones de tortura.
- ¿Qué hace Giselle? – inquirió Esmeralda.
- Está atendiendo a un cliente, mamá.
- ¿Cuántos ha atendido hoy?
- Cinco o seis, mamá.
- Cuando termine el trabajo, la traes a casa a cenar. Tengo que hablar con ella.
Yumi asintió.
- ¿Y ese? – Yumi miró al hombre en el camastro.
- Tuvo la gran idea de ir por su cuenta.
Esmeralda pulsó el interruptor del aparato. El cuerpo del hombre se tensó y se agitó violentamente entre los espasmos producidos por la electricidad. Yumi miraba con interés las reacciones del desgraciado que gemía roncamente, empapado de sudor.
- También la gran idea de trabajar con nuestra competencia.
Yumi observaba atenta. Esmeralda aumentó el amperaje. El cuerpo se convulsionaba como el de un epiléptico. Incapaz de respirar, empezó a echar espuma por la boca.
- Y además la genialidad de hablar con la policía.
- Oh dios, mamá...
- Mira ahora lo que pasa... - Esmeralda cortó la corriente, el cuerpo martirizado se derrumbó pesadamente en el camastro. Tomó la mano de su hija y la pasó por los pezones y el pene del prisionero, erecto por la descarga. El atormentado hombre eyaculó espontáneamente con un bramido estentóreo. Yumi sonrió divertida viendo este curioso efecto.
- Tengo que salir, cielo – Esmeralda miró al hombre agonizante – termínalo tú.
- Mamá ¿Puedo jugar un rato con la cama eléctrica?
- Hoy no, amor. Hay prisa. La próxima vez.
Yumi miró fríamente al jadeante prisionero. Sacó de su bolso una pistola. Una costosa Smith-Wesson en acero inoxidable, regalo de su madre.
- Yumi, alguna vez me gustaría ver que sabes manejar el cuchillo, tienes que saber degollar bien – dijo Esmeralda mientras su hija ajustaba un silenciador al arma.
- Mamá... - Yuni hizo un mohín de impaciencia. Apuntó a la frente del prisionero y disparó sin la mínima vacilación. Luego lo remató con un segundo disparo en el corazón. Esmeralda asintió con aprobación. Tenía que reconocer que su hija era de lo más competente.
Un pesado olor a muerte ocupó la habitación.
- Ocúpate de sacar la basura, nena. Yo me marcho. Os espero a Giselle y a ti para cenar. No vengáis tarde, por favor.
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La vida secreta de Elektra Nelken
Mystery / ThrillerUn crimen. Una Politécnica. Secretos.Traiciones. Para Elektra lo más importante será descubrir quién asesino a su hermana pero no todo es lo que parece. Una atracción incontenible surgirá entre los protagonistas, pero un pasado turbio se interpondr...