𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐮𝐦 𝐈

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-¡Claire!...¡JODER CLAIRE!

Me giré para ver de dónde venía esa voz y vi a mi compañera tirada en el suelo, su pierna estaba completamente llena de sangre, disparos del bando contrario habían atravesado su piel repetidas veces. La ayudé a levantarse lo más rápido que pude mientras que ella apoyaba la mayoría de su peso contra mi cuerpo haciendo que cada vez tuviera que usar más de mi fuerza, a medida que nos acercábamos a la zona segura podía notar como perdía sangre demasiado rápido, llegué a dejarla sobre una de las camillas para que las enfermeras tuvieran tiempo de ayudarla, me salí de allí, no podía ver cómo a mi compañera la hacían daño, era raro... Al fin de al cabo, mato alrededor de cien hombres en cada una de estas guerras.

Pasaban las horas y ya no escuchaba los gritos que venían de la pequeña carpa, decidí asomarme y ver lo que estaba pasando. Moví la cortina hacia un lado y pude observarla mientras se tomaba una de sus medicinas, esbocé una sonrisa de oreja a oreja, pude llegar a tiempo para salvarla y eso siempre va a quedar en mi consciencia, ella solo tenia 16 años, la quedaba mucho tiempo por vivir, a ver, no es que yo sea una vieja ni nada por el estilo, solo tengo 24 años, lo cual yo considero una edad estrictamente apropiada, en fin, dejemos de royos, tengo cosas que hacer.

- Y - cerré el libro - Fin, por lo que ya deberías irte a dormir pequeñaja, todavía no sé porque te gusta tanto esta historia es de hace 3 años, tengo algunas mas recientes en el armario- dije mientras reía y guardaba mi diario en la estantería.

- Tus historias de la guerra son las mejores Clai, nunca me cansaré de escucharlas.

-Pues está ya te la he leído siete veces Alondra, yo creo que deberíamos leer otra - acaricié su mejilla antes de arroparla y besar su frente.

- ¡No! Tiene que ser esta, sabes que es mi favorita, ¡mi hermana como la mejor guerrera!

Reí ante la emoción de mi hermana.

- Oh, claro, la más guerrera- reí - anda, es mejor que te vayas a dormir creo que estás delirando.

-¡Buenas noches Clai!

-Buenas noches, pequeñaja- apagué la luz y salí de la habitación.

Justo al salir de la habitación me encontré de frente a mi madre.

-¿Se ha dormido?- se podía notar perfectamente el cansancio en su voz por lo que simplemente asentí, y eso fue suficiente para que mi madre se fuera a su habitación.

Aproveche para bajar al sótano o, como yo lo llamo, mi área de entrenamiento, tengo todo lo que necesito allí desde sacos de arena hasta armas las cuales le he quitado a mi padre, nadie tenía la llave de ese sótano excepto yo, digamos que era mi espacio secreto en el cual podía hacer todo lo que quisiera, aparte, estaba insonorizado por lo que me daba la ventaja de practicar mi puntería a cualquier hora. La única pega que le pondría a esto serian las paredes, son demasiado antiguas y se van pelando poco a poco, pero no iba a pedir más, saque mis mitones de gel para poder pegar bien y sin hacerme marcas notables en los nudillos, al primer golpe el saco golpeo la pared tan fuerte que hizo que se cayera uno de los ladrillos. Al agacharme para recogerlo me di cuenta de que había algo dentro del hueco de la pared, estaba llena de telarañas y Dios sabrá que más cosas, pero tenía que ver que había dentro por lo que metí la mano en el estrecho hueco para sacar lo que podría ser una nota y...¿una foto? Abrí ese pequeño y arrugado papel para leer lo que había en su interior.

¿una foto? Abrí ese pequeño y arrugado papel para leer lo que había en su interior

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- Catherine...¿Acaso este era el diario de mi madre? ¿De quién está hablando?

Cogí una gran bocanada de aire antes de abrir la foto que iba pegada a la nota.

Cogí una gran bocanada de aire antes de abrir la foto que iba pegada a la nota

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Esa chica...me sonaba de algo, ¿Acaso era mi madre de verdad? Se parece demasiado a mí y eso me confunde. Pelo negro y largo, mi misma estructura física, mis mismos rasgos faciales...¿Quién era esta mujer? Y ¿Por qué esta esto escondido aquí? De quien lo tendría que esconder. Y quien era aquel hombre del cual no quería separarse... Me acerque más la foto a mi cara, no tenía mis gafas por lo que no veía bien, revisé la mejilla de aquella mujer de la foto, tenía la misma cicatriz que tengo yo y en el mismo lugar, notaba como se me erizaba la piel, esto no puede ser una coincidencia, tiene que haber algo más ahí dentro que determine quien era Catherine, metí de nuevo la mano, llegué a notar algo y esboce una sonrisa.

- Ya te tengo - reí

Al sacar la mano de ese dichoso agujero pude ver que lo que estaba en mi mano era una caja con un anillo, soplé la caja para ver bien el bordado de los números en su interior, pero, no era una alianza, ni siquiera tenía un número, solo era un anillo de plata con un sol brillante en el medio, era precioso, no lo voy a negar, pero no era la prueba exacta de lo que estaba buscando.

-Quien me iba a decir que quedarme en esta casa me iba a servir tanto, cuanto le podré sacar a este anillo...

Noté una pequeña brisa sobre mi nuca y juré haber oído mi nombre, había alguien más aquí conmigo? ¿Había despertado el espíritu de esa tal Catherine mientras profanaba su escondite? Fuera lo que fuera, no me iba a quedar allí averiguándolo, cogí todas mis cosas y coloque el ladrillo donde estaba, pero sin los objetos de su interior, subí lo más rápido que pude hacia mi habitación, si era un fantasma a mí esta noche no me la iba a joder.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐭𝐮 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora