Viajeros del sueño

Zack

-¡Mamá, mamá!- Gritó Zack.
Aquella mañana, como tantas otras, había salido antes de que él despertara.
-¡A que no sabes que he soñado otra vez!,¿Mamá?-preguntó acostumbrado por repetir esa pregunta a menudo.
Como todas las mañanas en las que su madre no estaba, sacaba cereales, leche y galletas que ella guardaba en un cajón debajo del fregadero. Terminó de desayunar pronto, esta vez no tenía mucha hambre. Durante toda la mañana estuvo pensando en lo soñado la noche anterior. Salió para irse al instituto y cogió la basura para tirarla en la papelera que estaba cerca de la casa de Celia. Esperó cinco minutos hasta que ella salió, con su pelirrojo pelo suelto. En el camino al instituto hablaron de los exámenes y de lo que iban hacer aquella tarde. Cuando no tuvieron nada más que hablar, Zack le contó lo que había soñado, un mundo donde, en vez de exámenes, la mayor preocupación era la elección de un buen rey. Celia era su única amiga, aunque no hicieran nada juntos, excepto claro está, acompañarle a ir al instituto.
-Suerte en tu examen- dijo sin siquiera pensar.
-¡Zack, ya te he dicho que hoy no tengo ninguno!- dijo Celia enfadada.
-Perdona Celia.
Acto seguido, Celia se despidió de él y corrió hasta la puerta.
Zack veía como todos los jóvenes entraban por aquella enorme puerta verde, hasta que se acordó que el también tenía clase.
Aquel día transcurrío igual de lento que cualquier otro. Exámenes suspensos y la soledad eran habituales en él.
Su vida no es para nada movida, no hay acción, y ante todo es muy aburrida. Lo que mas le gusta es irse a la cama, y soñar en un mundo de fantasía, hacer cualquier cosa a su antojo sin repercusión alguna, y conocer a una infinidad de personas. A decir verdad, estos eran sus únicos amigos.
Él y Celia se disponían a irse a casa juntos como habían acordado. De vuelta a casa, Zack imaginaba el lugar de sus sueños, junto a Celia, jugando en el reino de Mor. Ese era su verdadero sueño, que lamentablemente él pensaba que nunca se haría realidad.