Act. 4

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Carlos sabía que su vida era tan interesante como un documental sobre los pepinillos de mar, un hecho estúpidamente lamentable para su persona. Pero por fin había llegado la hora de la fiesta de Wang y, con él, probablemente el capítulo más interesante de su existencia.

Estaba ajustándose el nudo de la corbata mientras se miraba en el espejo. Todo en su atuendo gritaba "clase", aunque también había un toque de "soltero virgen de alta sociedad". Justo cuando estaba ajustando sus mangas, el timbre sonó. Abrió la puerta y se encontró con Lando, quien soltó un grito exagerado.

—¡Dios mío, Carlos! ¿qué llevas puesto? —bromeó Lando, mirando a Carlos de arriba abajo.

Carlos soltó un suspiro y.antes de que pudiera pudiera decir algo, Lando se deshizo de su corbata y saco de con una habilidad sorprendente.

—Vamos, Sainz. No estamos yendo a una cena de la realeza ni escapando de un circo. —dijo mientras le abría un poco la camisa para darle un toque más desenfadado dejando al descubierto un poco de su torso—. Perfecto, no puedo permitir que el mundo te vea como un pingüino.

Carlos intentó protestar, pero Lando ya estaba empujándolo hacia la salida. Una vez en el coche, Lando siguió dándole consejos sobre cómo sobrevivir a una fiesta y no morir en el intento, mientras el solo miraba por la ventana, se sentía nervioso y un poco avergonzado.

Al llegar a la fiesta, Carlos se sintió aún más ansioso. Nunca había estado en una fiesta tan... ruidosa. La música parecía vibrar en las paredes, la gente parecía demasiado cómoda en lo que para él era un ambiente un tanto/demasiado caótico.

—Relájate, Carlos. —Lando le dio un golpecito en la espalda—. Estaré contigo en todo momento. No tienes de qué preocuparte.

Justo en ese momento a lo lejos, alguien le gritó a Lando, llamando su atención.

—¡Ey Lando! ¡Por aquí!

Lando, sin dudar, miró a Carlos.

—Solo será solo un segundo. —Y sin esperar respuesta, salió disparado dejándolo solo en la entrada.

Carlos suspiró con ironía.

—Claro. "Todo el tiempo", ¿no? —murmuró para sí mismo.

Decidió entrar a la casa, tratando de pasar desapercibido. Estaba tan concentrado en no hacer el ridículo que no recordó que no se le daba bien esquivar a las personas, hasta que accidentalmente chocó con alguien. ¡Genial!

—Yo, lo lamento... —dijo Carlos, sintiendo cómo su corazón se aceleraba por los nervios.

—No te preocupes, solo que debemos dejar de encontrarnos así —dijo el chico, levantando la vista y revelando una sonrisa familiar.

La fiesta de Wang estaba en pleno apogeo, la música estaba tan alta que el piso vibraba y Charles no podía ni escuchar sus propios pensamientos. La tarea de encontrar Tsukino en medio de todo este bullicio no era fácil, pero finalmente, la vio, de pie cerca de la barra.

Antes de que pudiera llamarla, algo captó su atención Checo estaba llevando del brazo al tipo desconocido de la tarde, parecía como si se conocieran de toda la vida. ¡Maldición!, estaba usando todo el autocontrol que tenía para no lanzar su trago al aire e ir a armar una escena.

—¡Charles! —llamo Serena, acercándose con una sonrisa radiante—. Me alegra encontrarte, vamos te presentaré a mi primo.

—Oh si, claro —dijo Charles mientras miraba cómo la pareja desapareció entre la multitud, debía mantener la calma—. Estaría encantado de conocerlo.

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⏰ Última actualización: Aug 08 ⏰

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