Sebastián Argent
Veo pasar los edificios y casas. Siento la brisa chocar con mi rostro. En la pantalla de mi teléfono marcan las nueve y cinco minutos de la mañana.
Al fin se llego el día. Estoy regresando a mi casa. No fue algo fácil, pero ahora mismo prefiero hacer eso. Debo asegurar que mi mamá está bien. Además debo ver a mi mejor amiga. A quien por cierto no le había respondido los mensajes desde que me mude. Somos muy unidos, desde hace dos años que coincidimos en el salón. Me conoce más de lo que me gustaría admitir, esa es una razón por la cual no le escribí ni un solo mensaje. Ella podía detectar cuando estaba mal, me iba interrogar y por ahora no quiero darle detalles.
Puedo sentir mi paladar amargo al ver en mi mano envuelta en una venda. Después de golpearlo en el rostro y golpear el muro. Mis nudillos sufrieron las consecuencias.
¿Cómo era posible? No terminaba de entender a Daniel, es un enfermo. O bueno, su peor error fue creer que yo soy alguien que se vende tan fácil.
Me molesta más que todo su propuesta, me trato igual que una putito. No es justo para mí.
Soy un idiota, siempre por creer que cuando alguien tiene la mínima decencia humana conmigo. Me ilusiono tan rápido. El verdadero culpable soy yo. Debería ser un delito ser tan idiota.
Él me quitó algo. Algo que era mío, que no merecía.
[...]
Estoy frente a la puerta de la que antes era mi casa, mi "hogar". Un sitio en donde fui infeliz tanto tiempo, jamás creí regresar, mucho menos en está circunstancia Daniel no deja de darme vueltas en la cabeza.
Toco el timbre y escucho como este resuena por la casa.
Al cabo de unos segundos se abre la puerta y deja ver a mi mamá.
- Sebastián...
Deja sus palabras al aire en cuanto me acerco a abrazarla. No podía creer lo mucho que la extrañaba, su calor maternal, el solo verla, la extrañé mucho.
- Vamos, entra mi niño.
Al cruzar la puerta llegan a mí los recuerdos...
La casa con cerámica blanca en sus pisos, paredes llenas de cuadros, míos, de mis padres, de mi hermano. Y uno en especial que esta colgado justo en medio de una pared. Mi madre y mi padre en su día de bodas, ambos con una sonrisa en boca. Siguiendo el pasillo a la sala están las escaleras que guían a lo que antes era mi cuarto.
- ¿Dónde está mi abuela? Necesito verla.
- Está arriba, logré convencer a tu padre de que usara tu cuarto.
Subiendo las escaleras, abro la puerta de mi cuarto... De lo que antes era mi cuarto.
- Abuela- voy directo a abrazarla, me recuesto mi cabeza en sus piernas.
- Sebastián mi niño, aun existen los milagros.
- Perdón por no haberte visitado antes abuela. Estaba algo, ocupado...
- No te preocupes ¿Cómo te ha ido en la universidad?- dice con una dulzura y calma en su voz.
- Excelente abuela, es impresionante todo con respecto a ese lugar.
- Eso imagino mi niño- toma mi mano y deja un beso- por fin estás descansando de todo, aprovecha la oportunidad.
- Prometo hacer que tú también descanses de todo abuela, cuando pueda te llevaré conmigo.
- No te preocupes por mi, Sebas yo estoy bien si tú también lo estás- caen las lágrimas de mis ojos.
- Lo estoy abuelita- dejo un beso en su frente- tengo que hablar con mi mamá, vuelvo en un momento.
BINABASA MO ANG
HEALT
Teen FictionSebastián y Daniel. Jovenes universitarios con una vida y mentalidad diferente. Se embarcarán en una nueva etapa al momento de conocerse el uno al otro. Llevaran sus emociones y sentimientos al límite.