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“Pienso, luego existo” - Rene Descartes.
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Onceavo capítulo.
El día casi había concluido y antes de que el sol se ocultara por completo Emma ya estaba lista para regresar a Corea.
Con todas sus compras ya empacadas en maletas, también recién compradas, pudo dar marcha hacia el aeropuerto, está vez siendo el chófer personal de la familia el conductor designado por sus abuelas. Emma en un intento por no aburrirse recordó que tenía que revisar sus notificaciones, no podía descuidar sus redes sociales.
Al entrar a su perfil de Facebook desconcertada noto que la mayoría de los comentarios en sus últimas publicaciones estaban en coreano y gran parte de los perfiles que comenzaron a seguirla tan de repente eran de gente de dicho país. Ahí su cerebro conecto neuronas y entendió que en Corea ya estaban enterados de sus redes sociales.
Aunque le resultará cómico lo mucho que tardaron en encontrar dicha cuenta, los entendía, su perfil no tenía ni una sola foto que mostrara por completo su rostro y la descripción de las fotos y del mismo perfil no estaban en su idioma, todo estaba en español y algunas cosas en japonés. Cualquiera pensaría que se trata de otra persona.
Con el aparente nuevo descubrimiento de su cuenta, obtuvo muchos más seguidores, tal vez unos 100k. Emma ahora en Corea era toda una estrella de Facebook.
[ . . . ]
Ya al anochecer, y ahora en Corea, Emma descansaba recostada dentro de la gran bañera que poseía su habitación de hotel. Porque si, a pesar de ya haber pasado un tiempo en aquel país, su estadía en el hotel parecía no querer dejar de extenderse.
En medio del relajante baño y a punto de dormirse, el celular que se encontraba no muy lejos de ella comenzó a sonar, avisando de una llamada entrante. Queriendo no ser molestada intentó ignorar el sonido pero este fue persistente, con poca paciencia cedió rápido y sostuvo su celular observando el nombre en la pantalla.
