Capítulo uno: La mar

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10-II

Colima, Col., mayo 4 de 2003

Querida Laura:

Anoche no dormí bien, supongo que por toda la tensión acumulada durante este último semestre, pero también por todas las emociones que trajo nuestro reencuentro ¡Hay tanto que quisiera decirte, y me encantaría poder hacerlo personalmente!

Hace un hermoso día. Son casi las cinco de la tarde y el cielo está azul y despejado. Supongo que allá será aún más espléndido y me pregunto: ¿Qué estarás haciendo? ¡Los destinos de playa son maravillosos! ¿Sabes? Siempre que pienso en la playa me apareces tú en la memoria, porque me recuerdas al mar; me transmites las mismas sensaciones que el mar; me haces sentir paz y satisfacción pero, al mismo tiempo, me siento pequeño y temeroso. Creo que así nos hace sentir el amor: vulnerables, pero irresistiblemente atraídos. Eso me inspira el mar, lo mismo que tú cuando me miro en tus profundos ojos cafés...

...cuando finalmente me dormí, soñé contigo; con la última vez que nos vimos en Acapulco hace casi dos años ¿te acuerdas?

Estábamos cenando en Jorge's aquella terraza donde servían unos cortes deliciosos, y pude verte tal como en esa ocasión: llevabas una blusa azul y una falda negra ajustada y con holanes al vuelo, que me detiene la respiración (estoy seguro de que sigues luciendo maravillosa en ella); platicamos sobre el futuro, sobre nosotros, sobre nuestros planes al terminar la universidad y, felizmente, coincidimos en que deseábamos reunirnos, casarnos y no volver a separarnos, porque aunque estábamos acostumbrados a la distancia, a últimas fechas nos era más complicado sobrellevar la ausencia del otro. Queríamos tenernos cerca para poder vernos, hablarnos, besarnos y estar juntos a diario, como una pareja "normal"; y nomás no veíamos cuándo podría ser esa feliz situación.

Cuando salimos del restaurante, te llevé a dar una vuelta en el coche y llegamos hasta Sinfonía. Bajamos del auto y paseamos un rato hasta que finalmente nos sentamos en las gradas de ese teatro al aire libre que tiene como telón de fondo el inmenso e imponente Océano Pacífico. Estabas fascinada con el reflejo de la luna llena sobre el mar abierto, dijiste que era como un camino de luz que se extendía al horizonte, como un puente hacia otro mundo, más allá de lo que alcanzaba la vista. Yo lo había admirado mil veces, así que pude desentenderme de él para disfrutarte mientras lo contemplabas embelesada, como si estuvieras tan enamorada del mar como yo de ti, y fui muy feliz de poder compartir contigo esa imagen, porque de alguna manera sentí que era como regalártela para siempre ¿Todavía la recuerdas?

Esa misma noche, antes de dejarte con tus papás, nos tomamos unas fotos afuera del Planet Hollywood. Y debo decirte que las estuve mirando anoche. E igualmente releí las cartas que me escribiste en aquel entonces, las tenía guardadas y no las había visto desde hacía mucho tiempo ¿todavía conservas mis cartas? ¿Las lees de vez en cuando? Me gustaría pensar que sí. Creo que por eso te soñé. He descubierto que volver a tus cartas hace que me renazcan todos los sentimientos de aquellos años y tengo curiosidad de si te ha sucedido algo similar.

Desde hace meses que hemos vuelto a chatear y a escribirnos, y he observado cómo tus letras se vuelven más como las de aquellos tiempos. Sueles ser cariñosa y firmas todos tus mensajes con un "te quiero", y no puedo evitar imaginar que el último año ha sido como una pausa, y que la vida se me reinició en el momento en que volvimos a frecuentarnos.

Sé que me perdí de mucho durante el lapso en que no nos hablamos, y que las cosas ahora no son exactamente iguales, sobre todo porque tienes mucho más en lo que pensar y ocuparte, pero igual revivo lo nuestro cada noche a las ocho en punto, cuando nos encontramos en el chat, o con las llamadas, o con los besos y palabras de amor que nos compartimos. Todo eso me convierte en el chico de dieciséis al que conociste una tarde de abril en Datin' Chat ¿Te acuerdas? ¡Y pensar que lo que comenzó como un "jugar a ser novios" se volvió lo más real que nunca tuvimos!

Mirarme en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora