La investigación

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Finalmente habíamos llegado al hotel, rápidamente le quité la bolsa y desaparecí con ayuda de mi sombra, me dirigí a mi habitación para estar finalmente en paz.

Deje la bolsa del perfume en el tocador de la habitación, luego deje mi saco en el sillón, me recosté en la cama y cerre los ojos queriendo descansar un corto momento.

—Que tranquilo esta todo, ¿verdad?, ahora que haremos mi amor—Esa voz. Esa maldita voz. Quiero pensar que el realmente no está aquí, que solo es una alucinación luego de tener que soportarlo por horas. —Cariño, aunque adoro tu rígida personalidad apreciaría mucho que no me ignores. —Finalmente me resigne abrí mis ojos encontrándome una serpiente blanca en mi abdomen, rápidamente me levante, quedando sentado sobre la cama, mientras veía como la serpiente se movía para luego enredarse en mi brazo.

No comprendía nada hasta que recordé la peculiar habilidad de Lucifer para transformarse en diferentes tipos de animales, observe a la serpiente en mi brazo notando el detalle de que traía un sombrero idéntico al del rey; pensé que al estar en mi habitación tendría al menos cinco minutos de descanso de su molesto ser, pero parece ser que no es el caso.

—Su alteza, que se le ofrece ahora. —Intente no sonar descortés, mi ojo izquierdo estaba comenzando a tener un tic nervioso. Este tipo realmente me saca de quicio. Lo ví transformarse en su forma habitual y sentarse cerca de mí.

—Antes quiero pedirte que me llames por mi nombre, porque lo estuve pensando un largo rato y es que creo que es adecuado que el amor de mi vida me llame por mi nombre o por un apodo cariñoso, aunque conociéndote tienes demasiado orgullo y realmente no sientes ningún sentimiento cariñoso hacia mi así que me conformare con que me llames por mi nombre o una abreviación de él, puede ser Luci o Lulu, se que Lulu no suena a variante de Lucifer pero algunos amigos me llaman por ese apodo y realmente ya me acostumbre a ello, que por cierto son unos idiotas que gran parte del tiempo se la pasan haciéndome burlas por mi estatura lo cual me parece molesto y absurdo porque mi estatura es la promedio, pero sí tú las hicieras yo no tendría problema oh y también...—El siguió hablando pero yo estaba harto, harto de que siguiera hablando, sí tan solo tuviera una maldita arma angelical para cortarle el cuello y hacer que se calle de una buena vez.

Nunca lo había visto hablar tanto, antes de que le hubiera dado la poción, lograba coincidir con el y verlo algunas veces, durante un tiempo lo molestaba y el me daba respuestas demasiado cortas para después irse a encerrar a su habitación, luego de un tiempo reaccionaba con humor, a veces insistía en hablar, pero no tanto como ahora. Podría ser que el rey solo suelta la lengua cuando siente confianza y cariño hacia ciertas personas, aunque es solo una teoría que estoy armando en este instante.

—Ay, lo siento cariño me desvíe del tema. —Me abrazo, a lo que me removí intentando apartarme, no comprendo su necesidad de contacto físico. Lo observe detenidamente, se notaba avergonzado, un brillo dorado hizo presencia en su rostro. Esto es realmente curioso, los ángeles parecen tener un especial tipo de sonrojo...aunque técnicamente el soberano ya no es totalmente un ángel.

—No pasa nada su majestad, pero reitero mi pregunta, ¿Qué se le ofrece? —El soberano frunció su ceño, ¿ahora que hice?

—Te dije que me llamaras por mi nombre, pero respondiendo a la pregunta, aun nos queda el resto del día para pasar juntos—Lo dijo con emoción, como si fuera a aceptar pasar más tiempo con su molestia de ser.

—Lo lamento su deidad, pero no puedo llamarlo por su nombre pues solo soy un simple plebeyo ante su grandeza, no tengo el derecho de pronunciar su nombre como si se tratara de una relación amistosa y respecto a la idea de pasar el día juntos, me temo que debo rechazar la propuesta pues tengo asuntos pendientes por resolver. —Mantuve la compostura, intentando no sacarlo a patadas de la habitación y poner un campo de fuerza para que me dejara en paz.

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