Los Vees

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—¡Carajo, Valentino! ¡Vox ven y controla a la puta de tu perra!—gritó enojada la pelirroja, pues nuevamente su mejor modelo había sido destrozado en pedazos, su sangre se encontraba manchando el suelo y aquella alfombra cara que tenían en la habitación, todo por una rabieta del mayor.

—Val, debes calmarte, solo han sido unos meses, además aun está atado al contrato, Ángel no irá a ninguna parte.—Dijo acercándose a su compañero, el cual parecía intentar calmarse.

—¡Pero esa perra debería estar haciéndome ganar dinero! ¡No estar de albañil con la princesita!—Tomó su cigarro, encendiéndolo y dándole una calada.

—Podemos pedirle a nuestros empleados que lo traigan a la fuerza, sabemos donde se encuentra, ahora tranquilízate y deja de hacer un desastre, ¿qué dirán las personas si el rumor de que los Vees hacen berrinches y destruyen a sus empleados solo porque no llegan al trabajo se esparce?—Lo abrazo por el hombro, juntándolo.

—Oh, cierto...jodera nuestra reputación.—Un sonido de felicitaciones se escuchó, sonido que provenía del de cabeza de televisión.

—¡Exacto!—Finalmente se alejó de Valentino, soltando un suspiro de agotamiento.—Luego del pequeño altercado con Alastor no debemos seguir jodiendo nuestra reputación.

—Hablando del vejestorio andante—Habló sin gana la chica—Acabo de recibir una solicitud para reunirnos con la princesita, Alastor y ¡que me jodan! ¡¿El maldito Lucifer?!—Soltó sorprendida revisando su celular, en el cual su asistente había enviado todos los detalles de aquella solicitud.

Valentino y Velvette compartieron miradas, sabiendo lo que se aproximaba, que era posiblemente la caída de la sanidad de Vox.

—Alastor...—No pudo contener su ira, a lo cual empezó a rasgar las paredes y tirar todo lo que encontrara en su camino.—Acepta la cita, pero ponla en la fecha más alejada posible, primero debemos pensar bien en los posibles acuerdos que quieran estos tres imbeciles.

—Eh, ¿No sería mejor dejar de lado lo marica que eres y aceptar la cita dentro de tres días?—pregunto un tanto burlona.

—Velvette tiene razón, ni siquiera sabemos si el papi de la mocosa Morningstar quiera algún trato con nosotros o si tiene que ver con una orden de alejamiento de parte de Alastor.—Esta vez habló el más alto, dándole otra calada a su cigarrillo para soltar aquel rosado humo.

—Me importa un carajo lo que digan, esa puta cita será en al menos dos semanas y punto.—Aquel hombre de azul salió de la habitación cerrando la puerta de un portazo, aún no estaba listo para ver a Alastor.

Al menos no en términos amigables.





































—¡La asistente me respondió!—Grito Charlie emocionada, con aquella caja tecnológica en mano, continuó:—Dice que ya le avisó a Velvette, y que lo más probable es que le haya avisado a Vox y a...ugh Valentino.—Parecia que no le agradaba la idea de tener que ver a tan vulgar hombre en aquella reunión.—La cita será hasta dentro de...¡¿dos semanas?!

—Oh, cielos.—Está era mi corta queja, aquellos repugnantes seres si que tenían las agallas para dejar la reunión hasta dentro de dos semanas.

¿Ahora que haré con el rey y su actitud tan empalagosa? Por sí alguien se pregunta dónde está nuestro enano soberano, este se encontraba sentado a mi lado en el espacioso sofá de la sala de estar.

Con la reconstrucción también hubo un notorio cambio de muebles, Charlie dijo que los sillones espaciosos eran mejores para la convivencia, así que nos hemos quedado sin sillones individuales, una completa catástrofe, si se me permite decir.

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