Los primeros rayos del sol irrumpieron con delicadeza en la habitación, acariciando suavemente el rostro de Akutagawa y arrancándolo de su profundo sueño. Sus párpados se abrieron lentamente, revelando unos ojos aún velados por la bruma del descanso. Parpadeó varias veces, intentando enfocar su vista borrosa en el techo desconocido que se cernía sobre él. Un leve destello de confusión cruzó su semblante al darse cuenta de que aquel no era un lugar familiar.
Incorporándose abruptamente en la cama, una punzada de dolor le atravesó la cadera, arrancándole un leve respingo. Su mente se encontraba sumida en un torbellino de interrogantes, tratando de dilucidar los acontecimientos que le habían llevado a aquella situación. Fue entonces cuando la fría caricia de las sábanas sobre su piel desnuda le hizo tomar conciencia de su estado, cubierto únicamente por las delgadas telas que se enredaban con suavidad en torno a su cuerpo.
Akutagawa frunció el ceño, intentando enhebrar los recuerdos dispersos de la noche anterior. La última imagen nítida que tenía era la de Dazai, su mentor, con quien había compartido una cena y... ¿Qué había sucedido después? Un súbito escalofrío le recorrió la espina dorsal al caer en la cuenta de un detalle crucial: ¿Dónde estaba Dazai?
Antes de que pudiera siquiera incorporarse de la cama para iniciar una búsqueda desesperada, el chirrido de una puerta abriéndose captó su atención. Allí, enmarcada por el umbral, se encontraba la esbelta figura de Osamu Dazai, ataviado con ropa limpia y el cabello aún húmedo por una reciente ducha. Ryunosuke ladeó ligeramente la cabeza, contemplando la imagen frente a él, mientras una realidad inopinada se abría paso en su mente: había pasado la noche con Dazai. Mierda.(. . .)
Sumidos en un silencio cargado de tensión, Akutagawa y Dazai iban de camino hacia los cuarteles de la Port Mafia. El joven mantenía la mirada gacha, incapaz de enfrentar los intensos ojos de su mentor después de los acontecimientos de la noche anterior. Su mente se encontraba sumida en un torbellino de interrogantes y vergüenza, pues no lograba recordar cómo habían desembocado en aquel encuentro carnal. Si él había sido el instigador, la culpa lo abrumaba aún más. ¿Cómo podría Dazai no sentir repulsión hacia él? Akutagawa se consideraba a sí mismo como un ser delgado, carente de atractivo, con una figura huesuda y poco provocativa, resultado de una pésima alimentación. Estaba convencido de que el asco debía de estar aún presente en la garganta de Osamu.
Un suspiro de frustración escapó de los labios de Akutagawa, captando la atención del castaño, quien lo observó desde su altura con aquellos ojos penetrantes que provocaron un leve temblor en el cuerpo del joven. Ah, cuánto deseaba evitar enfrentar esa mirada en ese momento.
"Sabes, Akutagawa-kun," la voz aterciopelada de Dazai rompió el silencio, "eres realmente talentoso con esa lengua tuya".
Las palabras, cargadas de una provocación deliberada, desataron un furioso rubor en las pálidas mejillas de Ryunosuke, quien alzó la vista de inmediato para encontrarse con la sonrisa pícara que adornaba el hermoso rostro de su mentor. Dios, jamás habría imaginado escuchar semejante "halago" salir de los labios de Osamu.
"Y ni mencionar cómo te movías anoche," la voz de Dazai se tornó grave, cargada de una sensualidad arrebatadora, "juro que fue una noche espléndida, digna de los más exquisitos placeres".
Sin previo aviso, Osamu acortó la distancia que los separaba, atrapando a Ryunosuke entre sus brazos. Una mano se posó firme en la cintura del joven, mientras la otra ascendía lentamente hasta sujetar su mentón, elevándolo ligeramente para que sus miradas se encontraran. Los ojos de Akutagawa reflejaban una mezcla de deseo y temor, perdidos en las profundidades de aquellas pupilas oscuras que lo observaban con una intensidad abrasadora.
"Incluso podría decir que el anhelo por tenerte de nuevo no se ha ido de mi cuerpo, Akutagawa-kun". Susurró Dazai, su aliento tibio acariciando los labios entreabiertos del joven, separados por una distancia ínfima.El corazón de Ryunosuke latía con tanta fuerza que amenazaba con escapar de su pecho en cualquier momento. Podía jurar que el eco de sus frenéticos latidos resonaba en cada rincón de Yokohama, traicionando la vorágine de emociones que lo consumía. Cuando Osamu se inclinó aún más, acortando la ínfima brecha que separaba sus labios, Akutagawa contuvo el aliento, expectante.
Pero entonces, en un movimiento inesperado, Dazai se apartó, dedicándole una sonrisa ladina. "Mira, hemos llegado. Es mejor que entremos de una vez". Una decepción amarga se instaló en el pecho de Ryunosuke.Dazai avanzó con pasos seguros hacia la imponente entrada de la Port Mafia, dejando atrás a un aturdido Akutagawa, quien intentaba recuperar el aliento después de aquel arrebato de pasión contenida. A su paso, numerosas miradas se posaron sobre él, cargadas de sorpresa y admiración. Después de todo, Osamu había sido uno de los mejores miembros de la organización, antes de desaparecer repentinamente sin dejar rastro.
Ahora, su regreso causaba un revuelo entre las filas de la mafia, como si una estrella brillante hubiera vuelto a iluminar el firmamento después de una prolongada ausencia. Sin detenerse a saludar a nadie, Dazai se encaminó directamente hacia la oficina del líder, Mori-san.
Al cruzar el umbral de aquella estancia, su mirada se encontró con la del jefe de la Port Mafia, quien lo observaba con una mezcla de curiosidad y recelo. Sin embargo, Dazai no se amedrentó ante su presencia imponente.
"Mori-san". saludó con un leve cabeceo, "He regresado para reincorporarme a la organización. Espero retomar mi antiguo cargo como ejecutivo".Sus palabras cargaban una seguridad inquebrantable, como si nunca hubiera existido una interrupción en su servicio. Dazai estaba dispuesto a retomar su lugar en la jerarquía de la mafia, con la misma autoridad y respeto que antaño.Mori lo observó en silencio durante unos instantes, evaluando la situación con su característica calma. Finalmente, una leve sonrisa curvó sus labios, asintiendo levemente. "Bienvenido de vuelta, Dazai. La Port Mafia te recibe con los brazos abiertos. Tus habilidades siempre serán valoradas aquí."
Con un gesto, Mori señaló hacia la silla frente a su escritorio, invitando a Dazai a tomar asiento. Era el inicio de una nueva etapa, un reencuentro con su antiguo rol dentro de la organización criminal más poderosa de Yokohama."Debo admitir que cuando te marchaste, mi corazón se partió en mil pedazos, ver a mi pequeño juguete abandonar el nido..." La voz de Mori se volvió grave y lasciva mientras recorría con la mirada el cuerpo de Osamu, quien estaba sentado frente a él. "Mírate ahora, todo un hombre...es una pena, si tan solo siguieras siendo ese jovencito inocente".
Las palabras dejaron un rastro viscoso que hizo que Dazai sintiera náuseas. Desvió la vista, conteniendo las ganas de vomitar ante los depravados comentarios de su jefe. Pero él no podía reclamar nada, él mismo había manchado el alma de pequeño Akutagawa años atrás."Siempre con esa lengua tan...venenosa, Mori-san". Osamu se removió incómodo, riendo para ocultar su repulsión. "Pero veo que no has perdido el tiempo. ¿Creías que no notaría a ese niño en el rincón? Eres un maldito enfermo."
Mori simplemente se encogió de hombros con indiferencia ante la acusación, pero, una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios de Mori al reparar en la mirada codiciosa de Osamu hacia el joven del rincón. "Veo que compartes mis... exquisitos gustos. Esa pequeña criatura es mi nuevo capricho, tan fresca e inocente. Sería una lástima que algún lobo hambriento la devorara antes que yo". Dazai soltó una carcajada negando con la cabeza, no le llamaba mucho la atención ese mocoso, ya tenía otro juguete esperándolo, sin embargo, las siguientes palabras captaron su atención.
"Mmm, se me hace agua la boca de sólo pensar en las delicias que podríamos disfrutar nuevamente. Esa boquita tuya siempre fue tan complaciente. ¿La has estado ejercitando como es debido?"Dazai sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal ante las descaradas insinuaciones de su jefe. Era un cerdo repugnante, pero no podía negarse a sí mismo que una parte oscura de su ser se retorcía de placer ante sus palabras.
"Por supuesto, jefe". Respondió Osamu. "Siempre mantengo mis habilidades a punto por si algún día tengo que volver a complacerle como se debe."Mori soltó una risotada llena de perversión, paseando su mirada entre Dazai y el jovencito, percibiendo sus lascivas intenciones."Qué conveniente. Porque pensaba que ya era hora de estrenar a ese tierno bocadito. ¿Te apuntas a una pequeña... fiesta privada?"
"Claro, será una genial bienvenida, jefe".
Ambos eran igual de morboso después de todo.