ALEX
-¡Carajo!-exclame-¡Vamos Sean, puedes hacerlo mejor, Muévete!
Si, hablo en español cuando me estreso,¿está bien?
-Esa boca-me regañó Austin-Deja de insultar a Sean, está apre
ndiendo, estoy seguro de que tu eras igual cuando aprendiste-me dijo Frío, ¿Y a este que le pasa?Sabía que te ia razón, yo era igual cuando aprendí a hacer Drift, cuando tenía dice años.
-Bien-dije entre dientes, rodeé los ojos cuando Sean se estrelló de nuevo-Dios dame paciencia, te lo suplico.
-Mi mamá está medio ciega y puede hacerlo mejor-Agregó Earl Hu, un amigo de Han.
-Han de donde sacaste a este idiota-Le dijo Earl a Han, lo vi molesta, no molestes a Sean si no eres su amigo.
-Cierra la boca-Le dije al asiático quien me ignoró
-¡Oh,vamos!-Exclamó Twinkie
-Esta bien, Alex-Lo miré seria-Ve a ayudarle-Asentí ante la orden de Han y me acerque al auto de Sean que estaba detenido junto a un montón de madera rota.
-De acuerdo campeón, dejame enseñarte-Suspire y me subí de co-piloto
Espero no morirme
-Vamos, tienes mucho que aprender
Las luces de la ciudad se reflejan en el parabrisas mientras condujimos por la autopista vacía. El zumbido del motor y el sonido del asfalto bajo las llantas eran una sinfonía para mis oídos. Sabía que Sean estaba nervioso, podía ver cómo sus manos se crispaban en el volante.
-Relájate, Sean-le dije, mi voz más segura de lo que me sentía-Driftear es cuestión de sentir el auto, no de pelear con él.
Asintió, aunque no parecía convencido. Giré la cabeza y miré el camino frente a nosotros. Habíamos escogido este tramo de carretera por una razón: era amplio, sin tráfico y con suficientes curvas para practicar. Tomé un sorbo de mi café y me incliné hacia adelante, observando su técnica.
-Primero, necesitas entrar a la curva con velocidad suficiente -le expliqué-No demasiada, pero la suficiente para que las llantas traseras pierdan tracción.
Sean respiró hondo y presionó el acelerador, el motor rugió en respuesta. A medida que nos acercábamos a la primera curva, sentí la adrenalina empezar a bombear. Mi corazón latía al ritmo del motor.
-Ahora, gira el volante y al mismo tiempo, tira del freno de mano -le indiqué, mi voz calmada a pesar de la tensión en el aire-Y no olvides contravolantear para mantener el control.
El auto derrapó, y por un momento, todo pareció suceder en cámara lenta. Las llantas chillaron, y el olor a goma quemada llenó el aire. Sean soltó un grito ahogado, pero logró mantener el control. Mis manos se tensaron sobre el borde de mi asiento, pero no intervine.