7. La cita.

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Meekah Smith.

Aún no lo creo, no me lo creo. Saldré con Max, estoy en shock, nunca podré superar esto, nunca. Estoy nerviosa, mucho, no lo voy a negar, es primera vez que voy a una cita luego de 4 años y, estoy sumamente nerviosa.

No sé porque estoy nerviosa si solo es una cita de “amigos.“

Estoy vestida con un: Pantalón de vestir, rosa palo, un body blanco unas botas blancas, un bolso del mismo color que el pantalón y el pelo suelto con ondas.

Emma va vestida con: Una falda morada una blusa sin mangas con un corazón morado en el medio y una chaqueta de vestir morada y unos zapatos blancos. El pelo recogido en 2 coletas con dos piezas moradas.

Mi teléfono suena informándome que me llegó un notificación.

Max: Ya acabó de llegar.

Meekah: En un momento bajo.

Max: Okey, preciosa.

Mis mejillas se pusieron rojas por el último mensaje. Yo y Emma salimos del apartamento, dirigiendo me hasta el ascensor.

Espero no arruinar nada por mis nervios.

★★★

—Dame más, Max. —le pide Emma que le dé más helado.

Al parecer se llevan bien.

Eso veo.

—Tú hija es muy linda. —la halaga Max.

—Gracias, tú también eres muy lindo. —le halaga Emma.

—Muchas gracias pequeña, tu mami también es muy linda. —mis mejillas se ponen colorada por su comentario.

—Gracias.

—¿A dónde quieren ir ahora? 

—¿Podemos ir al parque de diversión? —pregunta Emma.

—A todos los lugares que quieras ir, pequeña. —le soba la cabeza Max.

—¡Síiiii!

★★★

Max Alemán.


No he podido dejar de observar a Meekah, están linda, igual que su pequeña hija. Siento las mariposas moverse en mi estómago, dios. No puedo volver a enamorarme, no puedo permitir que me rompan el corazón de nuevo.

Pero me es inevitable no sentir todas esas mierda con Meekah, están hermosa, bella. Y ese cuerpo, ¡uff! De infarto, su cabello rubio, esos ojos ámbar que me hipnotiza y su sonrisa, esa sonrisa angelical me vuelve loco.

Ay no, ya lo perdimos.

¿Cuando me dejaras ser yo, maldita conciencia?

Cuando te mueras.

Idiota.

—Eres muy bella, princesa. —le susurro al oído, haciendo que se ponga roja.

—No has dejado de repetirmelo. —murmura con una sonrisa.

—Lo eres, te lo repetiré siempre.

El jefe de la mafia (en edición). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora