#Extra (I).

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Extra 1 | ¡Feliz primer mes, mi amor!

MEEKAH ALEMÁN.

Los chillidos de Emilia me levantan, me acerco a la venta y levanto la cortina, está de noche todavía. Vuelvo a poner la cortina como estaba, y cargo a Emi en mis brazos, me siento en la cama, —con la espalda a recostada en el espaldar de la cama —y la acomo en mis brazos para luego sacar mi pezón, y ella comienza a succionarlo.

Hago una mueca por lo duro que lo hace, sonrió y le doy un beso en su mejilla regordeta, se ve adorable con sus mejillas rojitas. En todo este tiempo, ha subido de peso, por lo que ya no me tengo que preocupar, porque cuando ella nació no comía bien, pero ahora parece una glotona, —igual que el papá —.

Lo miro dormir a mi lado, —Emma lo tiene abrazado por el cuello —, es una imagen perfecta, que no dudo en tomarle una foto para subirla a historia.

Guardo mi pezón para sacarme el otro y poner a Emi en mi brazo izquierdo, y ella lo vuelve succionar. Sus ojos azules me miran con un brillo que me es inevitable explicar, le sonrió y suelto un suspiro.

Cojo mi teléfono y miro la hora, 5:40 am de la madrugada, Emi nunca se había levantado a esta hora, siempre se levanta de la 8:00 en adelante. Pero no me quejo la verdad, amo estar con mi bebé, ella me recuerda cuando Emma estaba chiquita.

Un movimiento en mi lado me hace voltear la cabeza, Max se encuentra mirándonos con una gran sonrisa, se acerca a mi y me da un tierno beso en la mejilla para bajar su vista a Emilia y darle un beso en la frente. Se levanta de la cama y se adentra al baño.

Emilia deja de succionar, la acomodo en mi pecho y ella esconde su rostro en el hueco de mi cuello, y comienzo a sacarle los gases.

Cuando ella saca todos sus gasaes, la acuesto con cuidado y le cambio su pañal que ya está lleno de orina, le pasó un pañito húmedo, y le coloco un body manga larga, hace mucho frío, y no quiero que Emi se enferme.

La puerta del baño se habré, y Max sale de este en boxer, ¿este hombre es real?, porque no lo parece. Miro su cara, la cuar se encuentra mojada, y tiene una sonrisa pervertida, bajo mi morado por su torso, lugo hasta llegar al bulto de su boxer, joder. La boca se me hace agua de tan solo imaginarme arrodillada con su polla en mi boca.

«Tengo que dejar esos pensamientos atrás si no me lo quiero follarmelo en este momento.»

—No me provoques, Alemán. Sabes que no podemos hacer nada. —digo mientras voy abotonando el body rosa con estrellitas rosadas.

—No te estoy provocando, señora Alemán —, amo cuando me llama así —. Solo tengo calor.

—Sí, sí, te creo cariño. —cargo a Emi en mis brazos, la cual no deja de balbuquiar.

Max se acerca y carga Emi con toda la paciencia del mundo, como si temiera que se callera. El se sienta en la orilla de la cama con Emi, y yo entro al baño para darme una ducha, ya que hace mucho calor.

Me quito la bata de seda, y me dentro a la ducha, paso la esponja por todo mi cuerpo relajandome por la sensación que se siente. Luego me echo agua y me envuelto en una toalla, salgo de la habitación, mirando como Max le dice cosas bonitas la cual hace que mi corazón se encoja de ternura.

El jefe de la mafia (en edición). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora