Capítulo 1

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Me desperté en mi cama, sintiendo el calor de un nuevo día, otro día normal en mi vida común. Vivía en una casa modesta, con mis dos padres y mi hermano mayor. Mi madre siempre estaba ocupada o en la cocina o haciendo manualidades, mientras que mi padre siempre estaba en el garaje trabajando con madera. Mi hermano por su parte, estaba entrenando desde temprano en el patio de la casa.

Me dirigí a la cocina para servirme una taza de café, mi rutina matutina para comenzar el día con energía, me senté a tomarlo en el comedor mientras miraba las noticias en la televisión. 

Tras el pequeño desayuno, me despedí de mi familia los cuáles me abrazaron fuertemente, con cierta tristeza en sus rostros, pero de alguna forma no me extrañó para nada, y me dirigí a la universidad.

En la entrada me tope con Sofía, una chica muy sensata. Su inteligencia y racionalidad siempre la hacían destacar, y a menudo siempre hablábamos de temas profundos, me gustaba pedirle consejos. Como siempre, ella tenía un libro en la mano y su típica sonrisa tranquila.

— Hola Sofía — dije acercándome a ella. — ¿Qué estás leyendo?

Sofía levantó la mirada y me sonrió.

— Hola Kevin, es un libro sobre la luna. Me gusta empezar el día leyendo algo de lo que más me guste.

Un leve dolor de cabeza se hizo presente al escucharla recitar esas palabras, el cuál rápidamente ignoré.

— Siempre tan lectora, yo lo único que hago a estas horas es tomar un café y desear que la profesora de matemáticas no este de mal humor. —dije riendo.

Sofía soltó una pequeña risa y cerró su libro, guardándolo en su mochila.

— Bueno, cada uno tiene su propia forma de comenzar las mañanas. ¿Listo para otro día de aventuras?

— Tan listo como siempre —le respondí con una sonrisa—.

— Bueno Kevin, ¿Por qué no entramos al aula?

Asentí, sintiendo una cálida familiaridad en nuestra rutina.

El aula estaba sorprendentemente silenciosa cuando Sofía y yo entramos. A menudo, parecíamos vivir en nuestro propio mundo, donde solo importábamos nosotros dos. Sofía, tomó asiento junto a la ventana y de fondo un paisaje nocturno se hacía presente, entre todas las estrellas la luna brillaba más que nunca, me miró invitándome a sentarme junto a ella.

— ¿Sabes Kevin? Siempre he pensado que la luna es una metáfora de la vida. Nos muestra solo una parte de su rostro, mientras que lo demás permanece oculto, esperando a ser descubierto.

Sentándome a su lado, comencé a sentir una sensación familiar y a la vez rara.

— ¿A qué te refieres? —le respondí intrigado.

Sofía me devolvió una sonrisa, esa que siempre parecía tener un toque misterioso.

— La vida es igual, a eso me refiero. A veces solo vemos lo que queremos ver, o lo que los demás nos permiten ver. Pero sabemos que hay algo más allá de lo que alcanzamos a ver. Cada problema tiene una solución, cada obstáculo se traduce en una oportunidad. Pero para encontrar esas soluciones, hay que mirar más allá de la superficie, tal como la luna nos invita a hacerlo.

Sus misteriosas palabras resonaron en mi mente, como si ya hubiese escuchado algo similar en el pasado, dejándome pensativo.

— Creo que a veces es difícil ver más allá —admití—. Es fácil quedarse en lo superficial, casi siempre las personas prefieren lo fácil.

Sofía asintió a mis palabras, su mirada se fijo en la luna que se encontraba tras la ventana.

— Por eso creo que es importante parar y reflexionar. No solo aceptar las cosas como son, sino cuestionarlas. Pensar y buscar respuestas. La solución está ahí, esperando a que la encontremos. Solo necesitamos paciencia y la voluntad para buscarla. A veces, solo tenemos que fluir y la encontraremos.

— Gracias Sofía —le respondí con una sonrisa.

Ella me miró con mucho cariño y exclamó.

— Siempre estaré aquí para recordártelo Kevin. Nunca dejes de buscar, nunca dejes de cuestionar, vive y busca tu felicidad, es mi deseo más profundo. Recuerda, ninguna tormenta dura para siempre, en algún momento, va a salir el sol.

Esas palabras se quedaron conmigo, como si atravesasen lo más profundo de mi interior. Una pequeña luz inundó la profunda oscuridad de la noche, la luna comenzó a brillar mucho más que de costumbre, me quede perplejo observándola.

— ¡Sofía, mira la luna esta brillando, esta muy hermosa! —le avisé con emoción pero no tuve respuesta.

Al mirar el asiento de Sofía me di cuenta que estaba vacío, una sensación rara invadió el ambiente y comencé a entrar en pánico, no podía respirar, sentía que alguien me estaba asfixiando. Pero una voz me saco de esa oscuridad.

— ¡Kevin, aquí estas! Dios, te estuve buscando muchísimo. -exclamó fuertemente Ana entrando por la puerta del aula.

SARAWhere stories live. Discover now