Capítulo 3

0 0 0
                                        

La voz de Rosario rompió el silencio sepulcral, disipando toda oscuridad que amenazaba con asfixiarme. Su presencia firme y segura me reconfortó de inmediato, como un faro de luz en medio de la tormenta.

— Rosario... —exclamé, sintiendo un torrente de alivio al verla.

Rosario me rodeó con sus brazos, su abrazo fuerte y protector me envolvía como un escudo contra la oscuridad.

— Tranquilo Kevin. Estoy aquí ahora. —dijo con voz firme, llenándome de valor con cada palabra.

Asentí, sintiendo cómo su presencia me daba fuerzas.

Rosario me sostuvo con firmeza mientras me paraba. Sin decir nada, me tomó de la mano y me guió hacia un sendero que llevaba a una especie de parque lleno de naturaleza. El aire fresco y la sombra de los árboles transmitían mucha calidez, me brindaban un respiro de todo el caos emocional que acababa de experimentar.

Caminando hacia una parte llena de pasto, Rosario se detuvo y se volvió hacia mí, con una expresión decidida en su rostro exclamó.

— Kevin, quiero que recuerdes algo de suma importancia. —lo dijo con una voz fuerte y segura—. La vida nos arroja desafíos que parecen insuperables, momentos de dolor y pérdida que amenazan con arrojarnos al profundo y oscuro abismo. Pero es en esos momentos que debemos encontrar nuestra fuerza interior para poder seguir adelante.

Siguiendo sus pasos me senté a su lado en el pasto, escuchando atentamente sus palabras, mientras Rosario mantenía su mirada en el lejano horizonte.

— Olvidar es difícil y doloroso Kevin. Pero no tienes que olvidar, tienes que llevar ese recuerdo contigo, dejar que esa fuerza invisible te guíe en cada desafío, en cada momento difícil. —hizo una pausa y miró al cielo—. Eres un guerrero, así como yo, llevas muchísimas enseñanzas, fui tu maestra en ocasiones y tú mi maestro en otras. Sé valiente, enfrenta tus miedos y camina hacía el futuro. Eres verdaderamente fuerte Kevin.

El viento sopló suavemente. Cerré los ojos, permitiendo que las palabras de Rosario se adentren en lo más profundo de mi interior. Sentí una mezcla de tristeza y esperanza, una dualidad que me fortalecía.

— Gracias Rosario, por darme las palabras justas, las necesitaba de verdad. —dije abriendo lentamente los ojos.

Al voltear para mirar a Rosario me di cuenta que ella ya no estaba más sentada al lado mío pero una voz suave interrumpió el ambiente.

— Sé fuerte guerrero, recuerda que ninguna tormenta dura para siempre, en algún momento el sol va a asomarse por el horizonte y iluminara tu vida. —se escuchó un susurro que atravesaba el viento.

Al escuchar esas palabras una sensación de desesperación y vacío me invadió. Sentí un nudo en la garganta y una presión en el pecho que nuevamente me impedían respirar. Me desplomé sobre la hierba, temblando.

— ¡No! —grité, con la voz quebrada por el dolor—. No soy tan fuerte...

El peso de la soledad me abrumaba, y el miedo se apoderaba de mí. La oscuridad comenzó a envolverme de nuevo, sumiéndome en un abismo de desesperación.

Pero entonces, en medio de la tormenta, sentí una calidez familiar. Una mano suave y reconfortante comenzó a acariciar mi cabello. Levanté la mirada, con los ojos empañados, y la vi.

— ¿Necesitas un abrazo Kevin? —dijo Alicia, con su voz dulce y empática.

SARAWhere stories live. Discover now