Zenyu permanecía atada, su mente calculando cada posibilidad de escape. La rabia burbujeaba dentro de ella, no solo por su captura, sino por la audacia de los Mala Sangre. Su estatura, que superaba a la de la mayoría de los machos, y su apariencia imponente no habían sido suficientes para evitar esta humillación. Pero su espíritu indomable no podía ser contenido.
Kra'lik y sus subordinados continuaban jactándose de su captura. La paciencia de Zenyu estaba al límite, y su mirada se endureció mientras observaba al líder de los renegados.
—Así que, esto es lo mejor que pueden hacer, ¿eh? —dijo Zenyu, su voz goteando con desprecio—. Siete guerreros para capturar a una sola hembra. Es una lástima que necesitan tanta ayuda para sentirse poderosos.
Los Mala Sangre se detuvieron, sus miradas se volvieron hacia Zenyu con una mezcla de sorpresa y rabia. Kra'lik se acercó, su sonrisa desapareciendo, reemplazada por una expresión de odio puro.
—¡Silencio! —rugió Kra'lik, pero Zenyu no retrocedió.
—¿Silencio? —se burló Zenyu—. Es irónico que alguien que se oculta en las sombras y ataca en manada capaz de poder. Eres un cobarde, Kra'lik. Todos ustedes lo son.
La provocación de Zenyu surtió efecto. Los Mala Sangre se movieron inquietos, la ira palpable en el aire. Kra'lik levantó una mano, señalando a Ra'thor y otro de los guerreros para que se acercaran. Pero en ese momento, Zenyu vio su oportunidad.
Con una fuerza descomunal y una velocidad sorprendente, Zenyu se deshizo de una de las ataduras que había estado debilitando lentamente. Su cola, afilada como una lanza, se movió en un arco mortal, golpeando a uno de los guerreros Mala Sangre en el torso. El impacto fue tan fuerte que el Yautja fue lanzado contra la pared, donde cayó, inconsciente.
Ra'thor intentó reaccionar, pero Zenyu ya estaba sobre él. Usó sus garras para desarmarlo con un movimiento rápido y preciso, luego lo lanzó al suelo con una fuerza brutal. Su rostro estaba marcado por la ira y la determinación.
Kra'lik quedó momentáneamente paralizado por la sorpresa, pero rápidamente recobró la compostura y se lanzó hacia Zenyu. Ella lo recibió con un rugido, sus garras chocaron contra la armadura de Kra'lik, creando una lluvia de chispas. Su fuerza y agilidad eran asombrosas, cada movimiento una mezcla de gracia y brutalidad.
—¡Basta! —gritó Kra'lik, tratando de contenerla, pero Zenyu no tenía intención de detenerse.
Con un movimiento rápido, Zenyu usó su cola para golpear a Kra'lik en la pierna, derribándolo. Mientras él caía, Zenyu lo sujetó por el cuello, sus mandíbulas se abrieron en un rugido de desafío.
—No soy tu trofeo —dijo Zenyu con voz baja pero cargada de furia—. Soy una cazadora, y ustedes aprenderán a temerme.
Antes de que pudiera terminar, varios Mala Sangre se lanzaron sobre ella, logrando finalmente someterla. Zenyu, aunque desestabilizada, continuó luchando, su espíritu indomable brillaba con cada golpe que daba.
Kah'rak, desde su celda, escuchaba el sonido de la lucha y sentía una mezcla de admiración y preocupación por Zenyu. Sabía que su fuerza y determinación eran incomparables, pero también entendía que enfrentarse a tantos enemigos simultáneamente podía ser peligroso incluso para ella.
Finalmente, con un esfuerzo conjunto, los Mala Sangre lograron volver a atar a Zenyu, esta vez con medidas adicionales para asegurarse de que no pudiera liberarse nuevamente. Kra'lik se levantó, sus ojos brillaban con odio y una promesa de venganza.
—Te arrepentirás de esto —dijo, su voz llena de veneno.
Zenyu lo miró fijamente, sin mostrar un ápice de arrepentimiento o miedo.