tirar la piedra y esconder la mano

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Se empezaba a respirar el aire navideño que se acercaba tras el paso de los días, El padre de Violeta veía cambios en su hija, como si estuviera dispersa en sus pensamientos, compartió su preocupación con el señor Oliver, el cual sentía lo mismo sobre su hija mayor, y decidieron llegar a un acuerdo, una cena navideña en casa de los Hodar.

Para Chiara y Violeta, la navidad era un factor muy presente en sus vidas, y ninguna permitiría que esto fuera a ser arruinado por nadie, especialmente su mayor enemiga.

Cuando a ambas les llegó la noticia, no tardaron en enfadarse con sus padres en secreto, porque claro, esa enemistad supuestamente no existía.

El día de la cena no tardó en llegar, Violeta se compró un vestido negro precioso para el dicho día, no por el hecho de que su odiosa vecina fuera a verla, sino por que ella quería dar una buena impresión a la familia de esta, sobre todo a su padre, que era su entrenador.

En cambio, Chiara optó por un vestido blanco que tenía hace un par de meses, también necesitaba dar una buena impresión a la familia de Violeta para poder alcanzar el 10 en su examen de filosofía.

Los Oliver ya estaban en la puerta, Juan Carlos abrió la puerta recibiéndoles con cariño, Chiara no tardó mucho en ojear a Violeta y en su vestido negro que resaltaba toda su figura, la observó de arriba a abajo y le lanzó una sutil mirada de aprobación, mientras que Violeta, por muy rabiosa que estuviera se encontrara igual de ensimismada que la menorquina.

La cena transcurría con normalidad, Violeta y Chiara tenían que ponerse buena cara al ver que sus padres estaban presentes, pues no debían causar que estos tuvieran un solo mal pensamiento de estas.

A la hora de irse, el instituto llamó a todos los profesores para una reunión importante de algo que había ocurrido en el edificio la misma noche, Juan Carlos ofreció a Josep que su hija se quedase en su casa para que al ser un día especial, no se fuera al garete y por lo menos no lo pasara sola mientras que ellos se iban junto a sus respectivas mujeres a la inminente e inesperada reunión.

Chiara accedió a quedarse mientras que la pelirroja le pisoteaba los pies tras cada asentimiento que realizaba la otra bajo la mesa, esa noche iba a ser terrible para ella, su peor navidad, mientras que para Chiara la noche pintaba bien, ya que, había realizado un plan, que saldría o muy bien o muy mal.

Ch- Bueno, saca unas cartas por lo menos, que me aburre tanto silencio.

V- Pues si te aburre tanto silencio te comes una gamba y te jodes.

Ch- Joder Violeta, que es navidad, ¿ni un puto gesto de humanidad vas a tener hacía mi en estas fechas?

V- El respeto conmigo lo perdiste en cuanto decidiste hacerte la guay en frente de todo el instituto y humillarme, y ahora solo te estaba soportando más que nada porque tu padre es mi entrenador y si tiene mis respetos, por mi como si duermes en el porche, me da exactamente lo mismo

Ch- Pero te dejé mi jersey favorito después.

V- ¿Y te crees que eso importa? ¿te crees que por tirar la piedra y esconder la mano vas a arreglar algo?, me puse el jersey porque si no, al no poder ponerme mi ropa manchada por tu batido, me daba una hipotermia, y todo por tu culpa, no sé ni porqué no me chivé en ese momento.

Violeta subió a su cuarto muy enfadada, Chiara no tardaría en seguirla, a la menorquina le divertía bastante ver a la pelirroja enfadada, le gustaba que rabiase, que le hiciera la peineta, que la mirase con rabia, todas estas acciones que agotaban la paciencia de Violeta, Chiara las disfrutaba hasta el último instante.

La menorquina se encontró a una Violeta tirada boca arriba en la cama escribiendo algo en una libreta verde, quizá podría estar dibujando, eso no lo sabría tampoco, se sentó en una esquina de la cama, observaba cada rincón de el cuarto de esta sin perderse ni el más mínimo detalle, mientras que una Violeta totalmente desistida ante las estupideces de su vecina, la ignoró completamente.

Ch- Yo pienso que te resaltaba el jersey.

V- Wow, primeras palabras no despectivas de mi dichas por la mismísima Chiara Oliver.

Ch- Siéntete afortunada, no todos pueden disfrutar esas palabras.

V- Pues anda que el que las disfruta, o sea, tu novio, ni se las merece porque está todo el día sudado y maloliente por los pasillos.

Ch- ¿Estás celosa?

V- Tú te piensas que le gustas a todo el mundo, pero yo te sigo odiando desde el primer día en el que te vi.

Chiara se quedó observando a Violeta por unos segundos, se acercaba lentamente gateando por la cama, Violeta no prestaba atención hasta que Chiara se posicionó justo delante suya, se miraron por unos instantes, hasta que Chiara decidió acortar toda la mínima e irrelevante distancia que las separaba.

Fue un beso cargado de rabia e intensidad, como si la estuviera comunicando su odio tras el roce de sus labios, cada movimiento que esta realizaba sobre la boca de la inglesa era una mezcla de desafío y autoridad, la menorquina se aferraba a las curvas de Violeta como si estas tuvieran la intención de irse a alguna parte, sus lenguas se exploraban intentando resolver la duda de los secretos ajenos entre respiraciones entrecortadas.

Ese momento de intimidad se vio cortado por las voces de su familia bajando del coche, así separándose rápidamente.

Ch-¿Sigues queriendo que duerma en el porche?

V- Quiero que duermas fuera de mi cuarto.

Y así fue como Chiara dejó a una Violeta asustada pensando en si quería que la inglesa durmiera en el porche o no, a una Violeta aturdida por lo que acababa de ocurrir, ya buscará explicaciones más tarde, pero en aquel momento de ese día tan significativo para ella, solo le apetecía descansar.

Disturbios en mi propiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora