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Ari estaba realmente algo irritada mientras arreglaba su blusa y limpiaba la saliva de la comisura de su boca, caminando hacia la puerta de entrada, en tanto, Nuvia fruncía los labios, acomodándose su falda.

Era su primer jodido día de vacaciones y realmente quería tener algo de tiempo con su novia, ¿por qué las interrumpían en ese instante?

—¡Ya voy! —chilló Ari cuando tocaron otra vez la puerta con fuerza —. Imbécil...

Su queja se cortó cuando abrió y de pronto una deplorable Samantha la tomó del cuello de su blusa, empujándola contra la pared.

—Ama —murmuró en un gruñido — ¿Dónde mierda está Ama?

Ari parpadeó tanto por la sorpresa como la confusión, su cabeza doliendo levemente por el golpe que se dio contra la pared, para luego hacer una mueca de molestia.

—¿Qué voy a saber yo, idiota? —Preguntó con brusquedad, queriendo soltarse. Sin embargo, aunque no lo pareciera por su complexión y tamaño, Samantha realmente podía ponerse agresiva y salvaje si estaba molesta o desesperada.

Samantha la soltó, empujándola, y sin decir otra cosa se metió al interior de la casa.

—¡¿Qué mierda, Samantha?! —escuchó el grito de Nuvia.

—¡Ama! —gritó Samantha ignorándola —¡¿Mi amor, dónde estás?!

No hubo respuesta.

Ari volvió a entrar al comedor, irritada, enojada y disgustada por la situación, sin comprender qué estaba haciendo Samantha en su casa, buscando a Ama. ¿Acaso habían peleado?

Qué jodida novedad.

Ari no encontró nada nuevo al hecho de que pelearan, porque esos últimos meses se había acostumbrado a verlas discutir por cualquier nimiedad, se acostumbró a ser el hombro donde Ama sollozaba porque su matrimonio se estaba arruinando y no sabía cómo rescatarlo.

A Ari nunca le había gustado por completo Samantha para Ama. No llegó a odiarla como los últimos días, simplemente, no le terminaba de convencer para pasar el resto de su vida con su hermana. Quizá se debía a que, como hermana de Ama durante toda su vida, no consideraba a nadie demasiado bueno para que estaba junto a alguien que siempre le sonreía a todas las cosas de la vida, fueron buenas o malas.

No, y Samantha se alejaba por completo de lo que consideraba el prospecto ideal para Ama.

Samantha era... Era alguien demasiado... Bueno, ¿Cómo decirlo?

Samantha complementaba a Ama. Samantha era tranquila allí donde Ama era un desorden. Samantha parecía activarse cuando Ama estaba a su lado. Samantha parecía comprender de una extraña forma a Ama cuando el resto no lo hacía.

Sin embargo, había algo en lo que Samantha no coincidía con Ama, algo que Ari consideraba mucho más fundamental que nada en la vida, y era que Ama amaba de una forma tan profunda, tan dolorosa, que, si una no estaba dispuesta a dar todo por Ama, entonces no la merecía tampoco. Esa forma de amar provocaba que Ama se esforzara el doble, el triple, el cuádruple, el quíntuple, lo necesario, para salvar algo que consideraba fundamental en su vida.

En cambio, para Samantha, si las cosas no funcionaban, simplemente había que acabar con ello para evitar el daño.

Frunciendo el ceño, Ari sacó su móvil mientras Nuvia la miraba como pidiendo una explicación, pero ignorando a su novia, marcó el número de su hermana.

El número que usted marca se encuentra apagado o temporalmente fuera de servicio, luego del timbre puede dejar...

—Hey, Ama. —murmuró Ari con su estómago apretado — cuando escuches esto, por favor, llámame. Te quiero.

Apego || RivamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora