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OLIVIA
Al día siguiente, me levanté con un ligero dolor de cabeza. La noche anterior, después de llegar del trabajo, Ruby me bombardeó con preguntas que logré evadir prometiéndole que le contaría todo al día siguiente.
Así que, cuando nos encontramos por la mañana, pude ver en su mirada que estaba lista para un interrogatorio completo, el cual, nuevamente, logré esquivar.
Pero al bajarnos frente a Maxton Hall, supe que no podía seguir evadiendo el tema, ya que su mano tomó mi brazo, deteniéndome con una mirada seria.
—¿Ahora sí vas a explicarme lo que pasa con James?
Suspiré, rendida. —Ese es el problema, no pasa nada con él, para empezar ni siquiera lo conozco.
—Ya, entonces, ¿por qué te buscó ayer?
Tragué saliva, alzando una ceja. —Un trabajo. — mentí, no quería involucrarla en todo este lío y que ella también saliera perjudicada en su entrada a Oxford.
—¿Un trabajo?
—Sí, Ruby, un trabajo, ¡carajo, a ti qué más te da! — exclamé, cansada de hablar sobre el tema de Beaufort. —Perdón...
—Yo... — se trabó, haciéndome sentir culpable.
—Perdón, es que son las mismas preguntas y tengo un poco de dolor de cabeza.
—Tienes razón, solo quería saber si ustedes... — se quedó callada y comenzó a mover sus manos frenéticamente.
—¿Nosotros?
—Sí, ¿ustedes andan o algo así? — desvió la mirada.
Me paré frente a ella y la tomé de los hombros. —No tenemos nada, nada de nada. Así que dejemos ese tema a un lado, cuando yo esté con alguien, tú serás la primera en saberlo, y lo sabes.
—Okay, perdón por insistir.
—Es normal, las amigas son muy chismosas. — bromeó la peli-negra, dándole un pequeño empujón.
Pero a Ruby no le causó gracia; en lugar de sonreír, hizo una mueca que ni siquiera disimuló. —Sí. — se acomodó su mochila para empezar a caminar hacia el interior del instituto.
—¿Qué pasa? — le seguí el camino, volviéndome a situar a su lado.
—¿Qué ahora tú me vas a interrogar a mí? — preguntó con sarcasmo.
—Oye, Ruby, que yo también soy chismosa. — intenté bromear, pero a ella no le causó gracia, ni siquiera me volteó a ver. —Ruby... — La agarré del brazo, deteniéndola; ella seguía con la mirada al frente, así que la llamé de nuevo. —Ruby, que pasa?...
