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Cuando localizamos a Ruby entrando en Maxton Hall, Lin y yo corrimos hacia ella para entrelazar nuestros brazos, dejándola en medio.
—¡Chicas! Me han asustado. — rió Ruby —Hola. — esta vez se dirigió a mí, besando rápidamente mi mejilla, y después hizo lo mismo con Lin.
—Hola. — respondimos sonrientes, yo más que nada.
Conozco a Ruby desde que tengo siete años; nuestros padres empezaron a trabajar juntos y, con el tiempo, se hicieron grandes amigos, al igual que nuestras madres y nosotras dos.
He vivido con ellos desde los diez años, ya que mis padres murieron en un accidente del que prefiero no entrar en detalles. Lo importante es que los Bell me acogieron, junto con mi abuela.
—¿Qué tal te fue con el maestro Sutton? —preguntó Ruby, acariciando mi mano.
—Obviamente bien, estoy tan emocionada. Pronto estaremos las tres en Oxford, luchando por nuestros sueños, y estoy segura de que los cumpliremos cuando menos lo esperemos.
—Oli, quedan más de 365 días para entrar en Oxford. — exclamó Ruby.
Iba a contestar, pero me quedé callada al pasar por el lado de las ex "amigas" de Lin.
La chica a la que nunca imaginamos intrigando a nuestro grupo, no por ser mala onda, sino porque antes ella pertenecía a los "ricachones". Pero bueno, cosas inesperadas pasan, y eso le ocurrió a Lin: sus padres se divorciaron y su negocio quebró.
Aunque eso ahora no importa. Lin es parte de nosotras, y las miradas de esas desabridas no harían una diferencia en nosotros. En ellas sí, les saldrían arrugas.
—¿Estás bien? — preguntó Ruby en voz baja hacia Lin.
Pero antes de que esta respondiera, abrí mi bocota.
—¿Vieron las arrugas que se les hacen cada vez que fruncen el ceño? Creo que mi abuela tiene la piel más cuidada que ellas.
Las tres reímos y seguimos caminando sin molestar a nadie, invisibles como desde que llegué a Maxton Hall.
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Al llegar al salón del señor Sutton, las tres le dimos una leve sonrisa antes de sentarnos donde siempre: yo y Ruby juntas, con Lin enfrente.
Saqué primero mis lentes y me los puse, para después a sacar los libros y plumas que ocuparíamos, al igual que Ruby.
Dos minutos después, ya se encontraban todos los demás alumnos en el salón, así que el maestro comenzó la lectura del día, que se trataba de la justicia y la crítica de la razón.
Comenzó por preguntarle a un compañero detrás de mí llamado Kant, quien solo respondió con algo gracioso, haciendo reír a la clase.
No le presté atención hasta que empezó a hablar la grandiosa hija de los Beaufort, diciendo algo que me llamó la atención, ya que estaba en lo incorrecto.
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ʜᴇ𝑐ʜᴀ ᴘᴀ mɪ ⤷ ᴊᴀmᴇ𝑠 ʙᴇᴀᴜ𝑓𝑜ʀᴛ
أدب الهواة𝗘𝗻 𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 𝗢𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮 𝗲𝘀 𝗺𝗲𝘁𝗶𝗱𝗮 𝗲𝗻 𝘂𝗻 𝗽𝗿𝗼𝗯𝗹𝗲𝗺𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗰𝘂𝗮𝗹 𝘁𝘂𝘃𝗼 𝗹𝗮 𝗺𝗮𝗹𝗮 𝘀𝘂𝗲𝗿𝘁𝗲 𝗱𝗲 𝘀𝗲𝗿 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲. 𝗢 𝗗𝗼𝗻𝗱𝗲 𝗔𝗵𝗼𝗿𝗮 𝗝𝗮𝗺𝗲𝘀 𝗕𝗲𝗮𝘂𝗳𝗼𝗿𝘁 𝗽𝗮𝗿𝗲𝗰𝗲 𝗻𝗼 𝗾𝘂𝗲𝗿𝗲𝗿 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿𝗹𝗮...