Juego

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La afición del Tottenham Hotspur estalló en un aplauso ensordecedor, despidiendo a su capitán en lo que sería su último partido.

Una despedida precipitada por una inesperada dolencia cardíaca que lo llevó a someterse a pruebas médicas, revelando una anomalía que nadie había previsto.

Con lágrimas bordeando sus ojos, Heung-Min avanzó hacia donde Cristian lo esperaba. Era el momento del traspaso de la cinta de capitán, un ritual que habían compartido desde que ambos fueron nombrados capitán y subcapitán, respectivamente.

Mientras el delantero desviaba la mirada, intentando ocultar su vulnerabilidad, el argentino lo sujetó con firmeza por la cintura y lo atrajo hacia un abrazo que decía más que mil palabras.

-¿Qué vamos a hacer sin ti? - susurró, mientras escondía su rostro en el hueco del cuello del contrario- ¿Qué voy a hacer sin vos?

-Van a estar bien - respondió con su voz entrecortada por la emoción - Siempre estaré con ustedes, de una forma u otra.

Los compañeros de equipo formaron un círculo alrededor de ellos, uniéndose en un abrazo fraternal que simbolizaba la unidad y el apoyo incondicional.

Mientras estaba rodeado por sus hermanos de equipo, recordó el día que cambió su vida para siempre: el momento en que el médico, con una mirada llena de simpatía, le informó que debía colgar los botines y dejar atrás el deporte que tanto amaba.

Su corazón había elegido el momento más cruel para arrebatarle su gran amor: el fútbol.

Toda una vida estuvo luchando para consolidarse entre los más grandes, para terminar siendo una pequeña estrella fugaz.

En el fondo, sabía que la vida rara vez era justa con él, así que ¿por qué se sorprendía ahora?

Alejándose de las muestras de afecto de sus compañeros, caminó con la cabeza en alto, permitiéndose al menos el lujo de mostrar orgullo en esos momentos finales. El técnico, en el pasillo hacia los vestuarios, lo abrazó y le dedicó unas palabras de aliento que se perdieron en el zumbido de su propio dolor.

No hizo el intento de higienizarse ni de seguir las formalidades; simplemente tomó sus pertenencias y abandonó el estadio. No volvería a pisar ese césped, ese lugar que tanto significaba para él. Era un ciclo que prefería cerrar ahora, mientras podía, en lugar de aferrarse a lo que podría haber sido y nunca sería.

 Era un ciclo que prefería cerrar ahora, mientras podía, en lugar de aferrarse a lo que podría haber sido y nunca sería

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La visita de Romero fue inesperada.

Para el joven cordobés, ignorar las palabras de su amante era una costumbre que al parecer no pensaba cambiar tan fácil, era como si las palabras de Heung-Min no tuviera ningún poder sobre el, al menos que sea para cumplir alguno de sus pedidos dentro de la cama. 

Esa noche, el coreano no se sentía preparado para enfrentar las excesivas atenciones de Cristian. Su deseo era estar solo, procesar su frágil presente y quizás, si la fortuna le sonreía, morirse de una vez por toda. 

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