Heung-Min, envuelto en las sombras del luto que su vestimenta reflejaba, se detuvo frente a la puerta de la casa donde ahora vivía Karen. La puerta se abrió lentamente, revelando la figura de una joven cuyo rostro, marcado por el cansancio y la tristeza, aún conservaba ecos de una belleza juvenil que la adversidad no había logrado borrar por completo.
Al reconocer al coreano, una tenue sonrisa se dibujó en su rostro, como un rayo de sol en un día nublado.
-Lamento no poder ofrecerte nada -se disculpó, su voz un susurro fatigado- estoy intentando hacer dormir a Tino.
-No te preocupes, deja que te ayude -respondió, extendiendo su brazo en un gesto de apoyo.
Juntos, avanzaron con pasos mesurados hacia la habitación de donde emergía el llanto desconsolado de un niño. El aire estaba cargado de una melancolía palpable, una tristeza que se adhería a las paredes como la humedad.
-Desde que él... desde que él no está, Valen ha dejado de ser un niño alegre.
La visión de Valentino llorando, clamando por la presencia de su padre, impulsó a Heung-Min a acelerar el paso y tomar al niño en sus brazos.
Valentino lo observó con una mezcla de sorpresa y reconocimiento, repitiendo los mismos gestos que hacía en el pasado cuando su padre los había presentado, intentando forjar un vínculo entre ellos.
Pero esta vez, al estar entre sus brazos, algo dentro del pequeño cambió, apoyó su cabecita cerca del pecho del coreano y los latidos del corazón se le hizo familiar.
Era un ritmo que conocía bien, uno que había escuchado en los momentos más tranquilos, cuando su padre lo acunaba y le susurraba cuentos antes de dormir. Aunque la voz era diferente, los latidos eran los mismos, y en ellos, encontró un consuelo inexplicable.
Era como si una parte de su padre aún viviera, latiendo y respirando a través de otro.
La confusión dio paso a la aceptación, y el llanto se transformó en un suspiro de alivio. El pequeño se aferró a Sonny, buscando en esos latidos la seguridad que había perdido. En ese momento, el niño comprendió que, aunque su padre lo cuidaba desde el cielo, había mandado a alguien para que lo cuidara y jugara con él.
Karen, con la mano cubriendo su boca para sofocar el impulso de llorar, se retiró discretamente, dejando que Heung-Min y Valentino compartieran un momento de intimidad y consuelo mutuo.
El embarazo de Karen fue un viaje lleno de incertidumbres y desafíos, una travesía que desafía el poco conocimiento que tenía Heung-Min sobre la gestación. Sin embargó, se propuso a cumplir su rol de la mejor manera posible, sin descuidar al pequeño Valen, que lo seguía a todos lados.
En las primeras consultas al obstetra, el coreano se encontró perdido. Para él, las imágenes de las ecografías eran contornos borrosos que no le indicaba absolutamente nada.
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Latidos
RandomNo puedo verte, No puedo escucharte, No puedo tocarte, Pero te extrañare más, si trato de olvidarte.