Parte 10

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Jimin

Las luces del piso son tenues, pero me aseguré de dejar suficientes focos prendidos como para que la ventana de mi oficina no proyecte sombras. Aunque no haya nadie en la editorial, salvo el portero y guardia de la entrada, lo mejor es ser precavidos.

Aun así, pese a los cuidados, la puerta de mi oficina permanece sin seguro. No sé por qué, pero hay una suerte de dulce y sucia tortura en estar haciendo toda clase de cosas con Jungkook aquí adentro y que exista la posibilidad (siempre mínima, casi inexistente) de que alguien entre y nos vea en una posición obscena.

Alejo rápidamente ese hilo de pensamientos, no quiero reflexionar sobre el morbo de mi recién descubierto fetiche; no cuando mi novio está besándome de la forma en que más me gusta, jadeando en mi boca mientras sus manos me aprietan el cuerpo.

Después de un día ajetreado, el contacto de su cuerpo con el mío es una fuente de vida, de esencialidad. Cuando finaliza la jornada y estamos solos, es casi una rutina innata sentir cada fibra de mi ser buscar su calor, la intimidad que solo él puede provocar y darme.

Pensé que la fiesta sería insufrible, un protocolo inevitable para homenajear a un viejo empleado y amigo de la familia, pero los ojos de Jungkook brillando como antorchas cada vez que me observaba y, la proximidad de su cuerpo de pie a mi lado, me mantuvieron expectantes como un adolescente, esperando este momento cuando por fin estamos a solas.

Respiro con profundidad cuando sus labios hambrientos bajan por mi barbilla hasta mi cuello, donde comienza a dejar besos lentos y pausados. Siento que me derrito ante ese tacto, mis rodillas flaquean y mi cuerpo se apoya en el suyo, en busca de estabilidad. Estoy tan necesitado de su toque, estuvimos a unos pocos pasos de distancia durante gran parte del día y, aun así, sentí una distancia insoportable... Hasta que él me pidió un beso de forma tácita, tan solo bajando sus ojos a mi boca, y yo me encontré a mí mismo una vez más siendo incapaz de negar cualquier cosa que pueda darle.

El gesto me tomó por sorpresa, no puedo negarlo, aunque fue solo por una fracción de segundo. La sensación de mi corazón hinchado de júbilo y orgullo fue superior: poder besarnos en público se sintió como una revolución, la apropiación de algo que siempre fue nuestro y creíamos, de forma paradójica, que no podríamos poseer. Algo tan simple y al mismo tiempo tan grande...

Sus dientes raspan mi piel con sutileza, alejando cualquier pensamiento racional, mientras sus manos desabrochan rápidamente mis pantalones para meterse dentro de mi ropa interior y amasarme con descaro las nalgas. Me siento enrojecer y gemir casi al mismo tiempo, una mezcla de vergüenza y lujuria que a veces ni yo mismo logro explicarme.

En medio de la cada vez más creciente ola de placer, no puedo evitar girar la cabeza hacia la puerta, preguntándome otra vez por qué es tan malditamente difícil cerrar con seguro.

- Deja de mirar esa puerta: no vendrá nadie, todos huyeron después de la fiesta... - murmura Jungkook contra mi piel antes de besar mi cuello haciendo presión con sus labios abiertos.

El gesto me arranca un gemido bajo y provoca que, instintivamente, pegue mis caderas a las suyas, buscando aumentar la presión. Él disfruta la fricción tanto como yo, lo siento en el agarre férreo de sus palmas abiertas sobre mi trasero y el casi imperceptible ronroneo de su garganta mientras vuelve a raspar sus dientes en mi cuello.

- Además, es insultante que estés pensando en esa estúpida puerta mientras que yo, pobre víctima de tus encantos, estoy dándolo todo aquí... -agrega y, acto seguido, fricciona su notable erección contra la mía.

Donde no llega la luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora