La inocente

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Mientras la cafetera humeaba se escuchaba una hermosa melodía en la radio, había una mujer moviéndose por la cocina con gran maestría, entre revolver los huevos y voltear los hotcakes tenía la tarea de poner la mesa.

—¡A desayunar!

Coloco todos los alimentos en la mesa tomando asiento al frente, sirvió un poco de café. A su llamado acudieron dos personas, una chica de dieciséis años y un joven de diecinueve.

Ambos al llegar se acomodaron en sus respectivos lugares, su madre les miro con disgusto.

—Un buenos días no me vendría nada mal. –movió su cubierto con desinterés.

—Buenos días. –fue lo único que salió de sus bocas para comenzar a comer. Ella suspiro, pico con su tenedor el huevo frente a ella.

—¿Y tú hermana? –dijo la mujer.

—Ya sabes mamá, está alimentando a esa cosa peluda que le compraste. –dijo la chica.

—Se llama Bombón, deberías aprenderte el nombre, prácticamente convives con el.-dijo su hermano limpiándose con la servilleta.

—El que compartamos habitación no quiere decir que deba saber todo de ella. ¡Ah! ¡Qué injusto!, ¿Por qué debo seguir compartiendo cuarto con ella? No somos iguales, yo ya soy una mujer, necesito mi privacidad.

—Ya hablamos de eso querida. –dijo su madre dando un sorbo a su café.

—Lo sé pero, es que es tan frustrante, hay días que no la aguanto. –ese comentario no le agrado a la madre quien estuvo a punto de reprender a su hija pero su hijo rápidamente interrumpió.

—Se hace tarde, tenemos que irnos, tengo que llegar temprano a la universidad y tú a la prepa, nos vamos madre.

—Bien. –ambos le dieron un beso en la mejilla y se fueron.

Hana miro con nostalgia a su lado justo donde la fotografía de su boda descansaba, ser madre soltera no era fácil, no tenía problemas económicos ya que ella y su marido provenían de familias acomodadas.

Miro el reloj y decidió recoger los platos excepto uno al cual le coloco unas cuantas fresas y miel, luego sirvió un vaso de leche y lo puso al lado de este.

—Hija, baja ¿Qué tanto haces? Ven hay un delicioso desayuno esperándote. –como si dijera las palabras mágicas una linda chica bajo a toda prisa, aun vestía su pijama con forma de gato.

—¡Hola mami buenos días! –sonrió dando unos brincos.

—Ah niña, por qué traes a Bombón, te he dicho que no, él tiene su propio espacio. –se acercó a quitárselo de las manos. —Dámelo, voy a ponerlo en su jaula, así estará más cómodo.

—Pero mami...

—No, ya hablamos, esa fue la condición, anda desayuna. –la chica hizo un puchero cuando su madre se alejó con su conejito, aun así se sentó en la mesa. Espero a que su madre volviera para mostrar su descontento. —No es justo.

—Desayuna linda, recuerda que tengo que llevarte al doctor, antes de irme a la agencia tengo que dejarte con la tía Mei.

—No quiero ir con la tía Mei, quiero quedarme con Chiyo.

—Mi niña, sabes que ella descansa el día de hoy, date prisa, tienes que darte un baño y arreglarte, si lo haces te llevare al parque de diversiones.

—¿En serio? ¿De veras?

—Sí, ahora come.

Miro su plato, con lentitud dio un bocado a sus hot cakes, tomo su vaso de leche para humedecer su garganta. —Quiero ir a la escuela para jugar con los niños.

One Shot: No todo es mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora