Los días se volvieron semanas y las semanas meses, mientras Draco y Elle continuaban viviendo su amor en secreto, alimentándolo en los rincones oscuros de Hogwarts y en los pocos momentos robados que lograban compartir. Sin embargo, a medida que la guerra mágica se intensificaba, la presión sobre ellos crecía. Cada vez era más difícil mantener su relación oculta y su vínculo seguro.
Una fría mañana de noviembre, Draco recibió una carta de su madre. La caligrafía elegante de Narcissa Malfoy siempre había sido reconfortante para él, pero esta vez sintió un nudo en el estómago al leer sus palabras. "Draco, tu padre y yo estamos preocupados. La situación se está volviendo cada vez más peligrosa y necesitamos saber que estás cumpliendo con tu deber. Recuerda quién eres y a quién le debes lealtad. No te desvíes del camino que hemos trazado para ti."
Draco cerró la carta con un suspiro profundo, sabiendo que sus padres no entenderían nunca su amor por Elle. En ese momento, Elle se acercó a él en la sala común de Slytherin, su presencia siempre logrando calmarlo. "¿Qué pasa, Draco?", preguntó con suavidad, notando la tensión en su rostro.
Draco le mostró la carta y Elle la leyó rápidamente. Al terminar, levantó la vista con una expresión preocupada. "Sabíamos que esto no iba a ser fácil. Tus padres y los míos no aceptarán nuestra relación. Pero no podemos dejar que nos controlen."
Draco asintió, sintiendo una oleada de determinación. "Tienes razón. No podemos vivir nuestras vidas según sus expectativas. Nuestro amor es más fuerte que sus prejuicios."
Esa noche, se encontraron en el Bosque Prohibido, lejos de las miradas indiscretas y los oídos atentos. Bajo el manto de las estrellas, sintieron una vez más la fuerza de su vínculo. "Elle", dijo Draco, tomándola de las manos, "tenemos que ser aún más cuidadosos. Pero también debemos ser más fuertes. No podemos permitir que nos separen."
Elle lo miró con firmeza. "Lo sé, Draco. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa. Debemos confiar en nuestro amor y en nuestra magia."
El vínculo entre ellos no solo era emocional, sino también mágico. El hechizo de vinculación que habían realizado les proporcionaba una conexión profunda, casi telepática. Podían sentir las emociones del otro a distancia, lo cual resultaba útil en momentos de peligro, pero también añadía una capa de complejidad a su relación.
Una tarde, mientras Elle estudiaba en la biblioteca, sintió una oleada de pánico proveniente de Draco. Sin pensarlo dos veces, dejó sus libros y corrió hacia donde él estaba. Lo encontró en un pasillo oscuro, enfrentándose a dos estudiantes de Slytherin que habían descubierto su relación.
"¿Qué crees que estás haciendo, Malfoy?", le espetó uno de los chicos, alto y corpulento. "¿Con una Riddle? ¿Has perdido la cabeza?"
Draco se mantuvo firme, pero Elle podía sentir su nerviosismo. "Esto no te incumbe, Nott. Déjanos en paz."
Nott rió fríamente. "¿De verdad crees que puedes mantener esto en secreto? Cuando se enteren tus padres, no querría estar en tu lugar."
Elle sintió una oleada de furia y miedo, pero antes de que pudiera intervenir, Draco levantó su varita y apuntó a Nott. "Déjanos en paz, o te arrepentirás."
La tensión en el aire era palpable, y por un momento, Elle temió que las cosas se descontrolaran. Pero Nott y su amigo dieron un paso atrás, aunque con una mirada de advertencia. "Esto no ha terminado, Malfoy. Nos veremos."
Cuando se quedaron solos, Elle se acercó a Draco, su preocupación evidente. "Draco, esto se está volviendo peligroso. Tenemos que ser más cuidadosos."
Draco la abrazó con fuerza. "Lo sé, Elle. Pero no dejaré que nadie nos separe. No importa lo que pase, lucharemos por nuestro amor."
El tiempo pasó y los enfrentamientos en Hogwarts se hicieron más frecuentes. Los corredores del castillo se llenaron de susurros y miradas furtivas, y la tensión era palpable. Draco y Elle sabían que estaban caminando sobre una cuerda floja, pero su amor seguía siendo su ancla.
