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Carolina ha sido invitada a la boda de su exnovio en Los Ángeles. La noche antes del viaje, una tarotista le echa las cartas y le dice que encontrará al amor de su vida en un gran viaje al extran...
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Las Vegas, Nevada. 15 de junio de 2023.
Estoy tan decepcionado con lo que acaba de pasar que la idea de coger el primer vuelo a Londres que salga desde Las Vegas comienza a parecerme lo más sensato. ¿Qué cojones pinto aquí? ¿Y cómo coño se ha jodido todo de la noche a la mañana? No han pasado ni veinticuatro horas desde que la he tenido entre mis brazos, desde que he recorrido con mis labios cada vértice de su cuerpo y le he recordado lo bien que nos compenetramos en todos los aspectos.
Ella aún no se ha dado cuenta de que su ansiedad ha ido desapareciendo durante el viaje, de que lleva con el mismo paquete de tabaco desde hace tres días ni de que sus sonrisas ya no son forzadas. Pero yo sí. Porque me cuesta la vida apartar la mirada cuando está cerca, como si su sola presencia eclipsara al mundo a nuestro alrededor.
Tendría que haber sido sincero desde el principio, hablarle sobre los planes de mis padres con los que yo no estoy en absoluto de acuerdo, decirle que he cruzado el océano solamente para volver a verla y recuperar lo que un día rompí por la ambición de mi familia.
Y ahora todo se ha complicado el doble. De nada han servido mis sutiles intentos de pasar desapercibido, los paparazzi se han salido con la suya. No me queda más que afrontar las consecuencias y, sobre todo, intentar solucionar los embrollos en los que me he metido, en los que nos he metido.
—Contigo quería yo hablar —dice mi madre al descolgar el teléfono. Cualquiera diría que la acabo de despertar—. Dos semanas más, solo te pedíamos dos semanas más para cerrar el acuerdo con el señor Fallon, y vas tú y echas por tierra todos nuestros esfuerzos del último año. ¡Y por esa chica! ¡Otra vez!
Quiero decirle que se calle, que no puede importarme menos su opinión, pero ella no me da opción a hablar.
—¿Tienes la menor idea de la que has liado, hijo? Llevamos todo el día con la prensa en la puerta e intentando suavizar el enfado del señor Fallon. Por no hablar de Sarah, que no ha parado de llorar intentando contactar contigo. ¿Para esto querías unas vacaciones? ¿Para escaparte con esa chica y llevarnos a la ruina? ¿Tú con qué parte exacta del cuerpo piensas, Mael?
Con el corazón.
—¿La que he liado yo? ¡Te dije que no quería casarme con Sarah! ¿Por qué narices mientes a los medios con el compromiso? ¡No hay ningún puto compromiso! —contesto, relajado.
—¡¿Y qué esperabas que hiciera?! ¡Los Fallon están a punto de firmar con nosotros y vas tú y apareces con esa pordiosera en todas las noticias de Londres sabiendo que la única razón por la que se ha dado este acuerdo de negocios es por tu supuesto compromiso con su hija! —dice, histérica; me aparto el teléfono de la oreja por el grito.
—No voy a permitir que hables de esa forma sobre Carolina, madre.
—¡Y yo no pienso permitir que tires tu vida por la borda por esa chica! ¡Otra vez!
