🚌Capítulo 16🚌

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—Carolina, ¿sigues ahí? —dice Joel tras un largo silencio en el que he intentado asimilar su llamada.

—S-sí, sigo aquí —carraspeo—, ¿qué pasa? ¿A qué se debe tu llamada?

—Llevo toda la semana preocupado por ti. Me confirmaste la invitación, pero no has aparecido por Los Ángeles. Esta mañana he visto la noticia y lo he entendido todo. Desconocía que Mael y tú hubieseis vuelto a retomar vuestra relación.

Sus últimas palabras suenan a reproche y no sé si reírme o llorar por lo absurda que me parece la situación.

—Mael y yo no estamos juntos —escupo con desagrado.

—Entonces... ¿la noticia es falsa?

Ojalá lo fuera. Pero no. Mael está prometido con otra mujer y a mí me ha colmado de mentiras. La rabia que siento hace que me hierva la sangre.

—¿Qué quieres, Joel?

—Dime dónde estás e iré a buscarte.

—¿Cómo? —suelto entre carcajadas.

—Lo que has oído, Carolina. Sé que te va a costar reconocerlo, pero me necesitas. Me necesitas como me necesitaste en el pasado, ¿recuerdas? Un café y un croissant. Estoy aquí para ti.

Un bufido se escapa de entre mis labios al contener otra carcajada. ¿Esto es una cámara oculta?

—Aprendí a recomponer mi corazón por mi cuenta cuando me abandonaste, Joel. Te equivocas si crees que necesito la ayuda de un mentiroso.

—¡Directo al corazón! —ríe él sin ofenderse. Soy incapaz de contener la sonrisa que quiere abrirse paso en mi rostro al recordar el día en que nos conocimos. Añoraba escuchar su voz, no puedo negarlo—. Está bien, ya que tú no me sirves de excusa, lo intentaré de otra manera. Tengo que hablar contigo antes de casarme, Caro.

Se me disparan los latidos del corazón, los siento retumbar en mis oídos como un tambor.

—Pues habla —digo a duras penas atragantándome con mi propia saliva.

—No lo haré por teléfono.

—¿Y si yo no quiero verte?

No he sonado en absoluto convincente. Mi tono ha sido casi más de tonteo que de enfado. Y es que en verdad no estoy enfadada con él, mi rencor hacia él ha ido desapareciendo a lo largo del último año. Joder, claro que quiero verlo. Claro que quiero un café y un croissant que me ayude a olvidar lo estúpida que me siento por culpa de Mael.

—Pues tendríamos un conflicto de intereses muy grande porque yo sí quiero verte. Bueno, más que querer es como una necesidad. Necesito verte.

—No sé muy bien a qué estás jugando —contesto, confundida.

—Créeme, yo tampoco.

Sonrío como una tonta con la vista perdida en la barra del restaurante. Uno de los camareros se da por aludido y me sonríe de vuelta.

—¿Es porque necesitas consejo para la corbata? —bromeo.

—Jamás dejaría semejante decisión en tus manos —contesta bromeando de vuelta.

Río llamando la atención a mi alrededor y asiento con la cabeza como si pudiera verme.

—Está bien, estoy en Las Vegas.

—Eso ya lo sé, listilla. Estoy a una hora de ti, pero necesito la ubicación exacta.

—¿Ya estabas de camino sin saber si aceptaría verte la cara?

Lo predijeron las cartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora