Prólogo

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–Vamos a divorciarnos, Hanna.
–¿Qué?
–Como lo escuchaste, lo nuestro ya no puede seguir así –Dijo Tanner mientras se quitaba su chaqueta para dejarla en el perchero de su oficina.

No podía entender la veracidad del asunto, el puñal en mi pecho se sentía tan intenso que era difícil para mí asimilar que el ya no quería estar conmigo. Me acerqué a él con urgencia y contesté.

–No entiendo, no sé de qué gravedad estás hablando. Quizás hemos tenido problemas como cualquier matrimonio, pero eso no significa que hay que divorciarnos –Dije con la voz casi quebrada, mis ojos poco a poco comenzaban a cristalizarse.

–Hanna, por favor, no hagas esto más difícil. Seré sincero contigo. Lo nuestro quizás en un principio fue color de rosas, pero mientras pasaba el tiempo –Soltó un ligero suspiro mientras hizo su cabello hacia atrás—. Hanna, estos tres años solo han sido discusiones tras discusiones.

Fruncí torpemente el ceño ante su defensa, mis ojos estaban a punto de derramar lágrimas que aún intentaba contener.

–¡Prometo que cambiaré! Tanner, por favor, yo te amo, no podemos tirar estos... –Reproché, pero rápidamente me interrumpió.

–¡Hanna yo ya no te amo! –Respondió Tanner.

–Yo... –Hanna negó con su cabeza, no tenía palabras para decir, solo se quedó en silencio intentando asimilar aquel golpe duro que salió de la boca de su marido.

Tanner volvió a suspirar, miró a su esposa. –No hagamos esto más difícil, te estás lastimando a ti misma aferrándote a algo que ya nos hace daño a los dos, solo suelta la cuerda, no lastimes más tus manos.

–Tienes razón....... –Respondió ella.

El hombre solo miró a Hanna, hubo un silencio incómodo, que a la vez gritaba mil palabras al sentir la tensión de ese momento. Posó sus manos en los bolsillos de su pantalón antes de seguir hablando.

–No te preocupes por el papeleo, yo me encargaré de eso.

–Bien, solo tráelos y firmaré.

–De acuerdo. –Respondió el, mientras comenzó a sacar cosas importantes y a guardarlas en su maletín.

Hanna observó y algo confundida le habló a su esposo. –¿Qué estás haciendo?

–Papeleos del trabajo. Pasaré la noche en casa de mis padres –Mintió.

Ella solo asintió, miraba a Tanner con una expresión afiglida y apenada. Sabia que probablemente mentía. Sabía que no estaba siendo sincero con sigo mismo y tampoco con ella, pensaba que cuando alguien amaba, no había nada que pudiera destruir un compromiso de vida. Incluso aquellas peleas monótonas conyugales que cualquier pareja pudiese atravesar. Para Hanna todo tenía solución, hasta ahora.

–Bueno Tanner, solo vete. No puedo obligarte a nada, si quieres irte, si quieres divorciarte de mí hazlo. Y tienes razón, me soltaré de aquella cuerda que solo me lastima. Pero me olvidaré de ti. –Hanna se dirigió a la puerta de la oficina de su esposo y solo salió.

Por otro lado, Tanner se quedó abismado ante las palabras de Hanna, mantuvo silencio por unos minutos antes de poner sus manos sobre su rostro para frotarlo suavemente intentando aliviar la frustración que sentía en ese momento.

La joven caminaba por los pasillos destrozada, lágrimas caían de sus mejillas, su pecho apretado y su respiración agitada. Sollozaba en voz baja mientras caminaba hasta su biblioteca. Una oficina donde solía leer y escribir sus novelas. Una vez llegó, cerró la puerta con seguro, apoyó su espalda en la puerta mientras se deslizaba hasta el piso mientras lloraba para tomar asiento en este mismo. Ocultó su rostro entre sus rodillas mientras liberaba el dolor de aquel momento donde "el amor de su vida" le pidió el divorcio y le dijo en su propia cara que no la amaba.

Pasaron algunas horas, Hanna permanecía en su lugar seguro, ni siquiera le importó si Tanner se había ido. Solo permaneció en su oficina. Estaba revisando sus libros. Botando todos aquellos que le obsequió su esposo y aquellos que el le dedicó. De repente un libro con una portada llamativa llamó su atención, no pensaría que sería uno de los suyos. Había escrito tantos libros que había perdido la cuenta. Muchas novelas que habían tenido éxito, pero que nunca imaginó olvidarse de alguno. Lo tomó entre sus manos y leyó el nombre del autor <<Hanna Wang>>.

Alzó su ceja al fijarse en el nombre del libro "Blue Eyes" Hanna comenzó a recordar muchos momentos. Cuando escribió aquel libro, uno que por cierto tuvo mucho éxito, uno que fue muy aclamado y agotado en librerías a tan solo unos días de lanzamiento. Recordó aquellos momentos cuando su esposo le pidió matrimonio el día donde el libro fue publicado. Una mirada de desagrado y molestia se formó en su rostro. Dejando el libro en la bolsa de basura con aquellos libros de los que ella quería deshacerse.

La historia que escribí sobre tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora