Capítulo 4

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Luego de unas semanas, quizás tres para ser exactos. Seguí la terapia al pie de la letra. Mi vida poco a poco volvió a la normalidad, con un gran detalle, ahora separada. Aún así, retomé hábitos y con ello volví a escribir. Aunque había noches en las que solían darme esos bajones emocionales donde solía tirar todo por la borda. Según Nick es normal, es parte del proceso, aunque quisiera no tenerlos. Solo quiero ser una Montaña rusa que solo sube y sube, hasta llegar al infinito.

Sin embargo, aún no recibía nada de parte de Tanner. Y con ello, me refería al hecho de la tramitación de divorcio. Ningún mensaje, ninguna carta para el juzgado, ni hablar de la llamada. ¿Qué pasaría con nosotros? ¿Cómo podríamos seguir nuestras vidas si aún seguíamos casados ante la ley? No podría salir adelante si aún dependía de él.

Necesitaba ser yo quien iniciara el proceso de separación.

Pero aún no me sentía preparada. Ni para verlo, escucharlo, y tampoco respirar su mismo oxígeno.

Tomé un sorbo de café mientras permanecía en la terraza del departamento de Ibi reflexionando sobre lo que ha sucedido en mi vida este último tiempo, pero de una manera más clara. Era aún temprano, faltaba una hora para la media mañana. Era uno de esos momentos tranquilos que tanto valoraba, donde podía simplemente existir sin la presión del mundo exterior. Ibi se había ido a su trabajo como de costumbre y me había encargado la cena para hoy. No era tan buena cocinando pero cuando me esforzaba era aceptable, aunque ella no solía fijarse en eso ya que siempre solía halagar mis platos.

La brisa era suave, y desde donde estaba podía ver los tejados de los edificios cercanos, creando un paisaje urbano que había llegado a amar después de mucho. De repente, el timbre había sonado, era extraño ya que Ibi no me había dejado ningún encargo ni la visita de alguien. Quizás era ella, raro ya solía ser bastante responsable como para olvidar algo. Me acerqué a la puerta y la abrí.

Era el conserje del departamento.
—¿Hanna Wang?
Alcé mis cejas en señal de sorpresa.
—Señor... —musité—, ¿Puedo ayudarlo en algo?
—Me ordenaron a entregarle esto, en sus propias manos —me entregó un sobre, era muy extravagante.
  Lo recibí, aún seguía muy confundida ante la situación.
—Disculpe, no entiendo. Se supone que las cartas se quedan en recepción, y yo... Está no es mi dirección para envío de cartas o paquetes, tengo una casilla personal, ¿Quién envió esto?
—Una mujer... —comenzó a pensar, como si intentara recordar algo—, cabello rubio, muy elegante por cierto, tenía labial rojo y una melena que llegaba hasta sus hombros.

Rápidamente fruncí el ceño, demostrando más mi confusión ante mis expresiones faciales, ¿Quién era esa mujer? ¿Y cómo demonios sabe dónde vivo ahora mismo?
El conserje habló por última vez.
—Eso debía entregarle, debo retirarme para seguir mi labor.
—Oh... —asentí—, muchas gracias, nos vemos.

Finalmente cerré la puerta. En mis manos tenía la carta que había llegado, una carta que me llenaba de una mezcla de nervios y curiosidad.

Me acerqué al sillón y tomé asiento. Revisando el destinatario. Y la impresión fue más prominente luego de leer como sello <<Áurea Films>>. Dudas y dudas comenzaron a recorrer por mi mente, ¿Cuál era el propósito? Pensaba que con mi silencio la respuesta ya era clara.

Era la segunda vez que recibía una petición para adaptar Blue Eyes a la pantalla. La primera vez, negué rotundamente. Insegura de si quería ver mi historia transformada en algo tan visual, tan expuesto.

Abrí el sobre, la carta como era de costumbre estaba escrita en un papel elegante y con un sello distintivo en la parte superior. El contenido era formal, pero a la vez entusiasta, reflejando la emoción del equipo por llevar mi historia a la pantalla grande. Decía lo siguiente;

La historia que escribí sobre tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora