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El pueblito en el que estaban era bastante deprimente, Koska se preguntaba por qué a los originarios de Tatooine les gustaba tanto el planeta si solo era un arenero que los hacía envejecer el doble. Podía entender a Peli, ella trabajaba en el Hangar, pero... Tatooine no era nada bonito, solo estaba lleno arena y calor.

—El sheriff me ha dejado las coordenadas del lugar, allí nos espera él junto a un pequeño grupo que ha reunido para matar al dragón.

Koska asintió mientras subían nuevamente al Speeder—¿Y cómo planean matarlo? —Preguntó con cierta curiosidad. Jamás había visto un dragón Krayt, pero por lo que sabía, eran bastante grandes y aterradores.

—Es una buena pregunta—Le respondió el joven Vizla—Lo descubriremos.

Koska frunció el ceño bajo el casco, rápidamente recordó una historia que Din le habían contado tiempo atrás—Conozco a alguien que mato a un dragón Krayt, dejo que se lo comieran junto a un bantha con explosivos.

Björn enarcó una ceja al escucharla—¿Por qué se dejó comer?

—El punto débil de un dragón krayt es su estómago, o al menos eso le dijeron los Tusken. La idea principal era hacer explotar explosivos bajo su estómago, pero eso no funciono. —Les contó Koska—Fue un plan arriesgado, pero el imbécil sobrevivió.

El pequeño niño escuchó con cierto asombro la pequeña historia—¿Fue el Mando que viene a buscarte? ¿Din?

Koska sonrió tras el casco—Ese mismo, planes demasiado exagerados para ser un beroya. Evita ser así, adiik. —Le aconsejó al niño.

El pequeño Din frunció el ceño al escucharla—No fue un mal plan.

Koska suspiró—Ya veo, el instinto de supervivencia lo perdió desde niño. —Se quejó para sí misma mientras hacía andar con rapidez la moto deslizadora sobre las dunas de arena.

Llegaron hasta una especie de valle rocoso en donde una pequeña montaña de roca sólida los esperaba, en medio de esta había un enorme agujero en donde posiblemente se hallaba el dragón que matarían.

Cerca de la entrada del lugar, se encontraba un pequeño grupo de pueblerinos, había explosivos y armas.

Las cosas no se veían tan mal como pensó.

—Mandalorianos—Saludó un nombre, por la placa que llevaba colgada en su ropa, era el alguacil del lugar—Gracias por aceptar el trabajo.

Este es el camino—Repitieron todos al mismo tiempo.

El hombre, de cabello oscuro y ojos grises, enarcó una ceja luego de escucharlos, pero rápidamente negó para explicarle su plan—Al parecer esa cosa está ahí adentro, parece dormir, está satisfecho luego de comerse todo nuestro ganado.

Björn suspiró al escucharlo—¿Tu plan?

—Arrojarle explosivos y matarlo—Dijo con cierta coherencia el hombre pelinegro—¿Tienes uno mejor?

Björn observó a Koska, recordando la historia que le había contado—Su punto débil es su estómago, pero no sé si vaya a funcionar.

—¿Cómo sabes eso?

—Uno de los nuestro ya mato una de esas cosas antes—Le contó rápidamente y se alejó junto al hombre para ideal un nuevo plan matar al animal. El joven Vizla siguió a su hermano mayor y el pequeño niño se quedó en compañía de la mujer quien, se recostó contra la moto deslizadora.

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