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Una pequeña mentira dicha en un momento de nervios, y ahora Marc estaba sentado en la mesa de un restaurante vegano, preguntándose como diablos había permitido que todo se saliera de control en esas proporciones.
Debería sentirse feliz, pues al fin había tomado el valor suficiente para invitar a Steven a salir, y de verdad lo hacía, sentía una inmensa felicidad aunque la expresión en su rostro no mostrará el mínimo rastro de alegría. Pero no podía dejar de pensar en ese momento, cuando Marc se había comportado como un adolescente nervioso, y en su afán de querer parecer más interesante para el británico, había mentido sobre sus gustos gastronómicos.
Ni siquiera recordaba como el tema había llegado a la mesa, Marc solo tenía presente ese instante en él que escupió esas malditas palabras sin pensar...
"Yo también soy vegano."
Fue un error garrafal que quiso corregir de inmediato, pero no pudo, porque Steven se había mostrado entusiasmado por esa frase y ya era muy tarde para romper su ilusión.
A Marc no le quedó más opción que seguir con su mentira, y ahora, después de cuatro meses saliendo, comenzaba a sentirse realmente frustrado de tener que comer lo que él consideraba "comida para conejos" en cada maldita cita.
La relación marchaba justo en la dirección correcta, Marc estaba perdidamente enamorado de Steven, el hombre era tan maravilloso, que sólo su presencia le bastaba para distraerlo del sabor de esa comida a la que no podía acostumbrarse, pero apenas salía de su vista, Marc sentía un inmenso deseo de levantarse, tirar la mesa, e irse a comer algo que al menos tuviera sabor.
Ese era uno de esos momentos peligrosamente tentadores. Steven se había disculpado para ir al baño, y mientras esperaba por su regreso, Marc miraba con disgusto el platillo frente a él.
El aroma del vapor de los vegetales hervidos le revolvía tanto el estómago, que esa noche ni siquiera podía prepararse mentalmente para poner esas cosas en su boca.
Cómo deseaba poder confesarle a Steven, pero en su mente, solo podía contemplar la peor situación, a un Steven asustado, o peor aún, disgustado por la mentira y por sus gustos carnívoros, seguido por su partida y la idea de que no quisiera volver a verlo.
Con un suspiro agotador, Marc pellizco el puente de su nariz con sus dedos, maldiciendo el día en que su seguridad se quebró y dijo esa estúpida mentira.
Por su parte, al fondo del restaurante, cuando Steven salía por la puerta de los baños, se chocó contra otra persona. El británico se disculpó enseguida y luego sus ojos reconocieron el rostro de esa persona, era Layla, la mejor amiga de Marc, la única en realidad, aunque no eran de ese par que siempre estaban conversando, una mujer con la que Steven se había entendido muy bien cuando Marc los presentó, y que se habían tomado un especial cariño mutuo.
La simpática mujer lo saludó con un abrazo, no le pareció extraño que Steven estuviera ahí, pues sabía de su veganismo, pero le causaba curiosidad saber si estaba ahí cenando solo, o con algún amigo que ella no conociera aún.
