Diana no sabía lo que acababa de pasar en su vida. Claude últimamente estaba distante, más frío de lo común. Ya ni siquiera la visitaba. ¿Acaso había llegado una nueva mujer? No, Claude nunca haría algo así, ¿verdad? Él la amaba, ¿cierto?
Era un día tranquilo en el reino de Obelia; todo iba de maravilla. Calista aún se recuperaba del nacimiento prematuro de su hija Esther, ocho semanas antes de lo esperado. Sin embargo, la paz nunca dura mucho. Una de sus sirvientas irrumpió en la habitación, interrumpiendo la serenidad.
Calista miró molesta a la mujer de cabellos castaños, que había entrado de forma abrupta y ahora respiraba agitadamente, como si hubiera corrido por todo el palacio.
"¿Y a ti qué te pasa?", preguntó la albina, su voz cortante y llena de impaciencia.
La mujer hizo una rápida reverencia.
"Su Majestad... yo...", tartamudeó, aún sin aliento.
Calista se sentó en la cama, intrigada.
"Habla ya, mujer. ¿Qué sucede?", exigío, su frustración creciendo.
"Lady Calista, la bailarina de Siodonia está dando a luz", soltó la sirvienta rápidamente.
Diana... ¡Ah, cierto! Calista había olvidado que Diana estaba embarazada antes que ella. La culpa y la ansiedad la consumieron. Su bebé, Esther, había nacido ocho semanas antes de lo esperado. ¿Y ahora Diana daba a luz?
La hermosa mujer se levantó de la cama, su rostro reflejando frustración y enojo. No estaba enojada con la sirvienta ni con Diana, sino consigo misma. Se había despistado y ahora sucedía esto.
"¡Largo de aquí!", exclamó mientras salía de la recámara. "No quiero ver tu rostro. Solo traes noticias tontas y malas."
La sirvienta bajó la cabeza, temblando de miedo.
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La mujer de ojos amatistas se dirigió apresuradamente hacia el despacho del Emperador Claude, sin hacer caso de las advertencias de los guardias y sirvientas. Su determinación era inquebrantable.
Frente a las enormes puertas custodiadas por el caballero imperial Félix Robane, Calista lo miró con una mezcla de desafío y desdén. Félix, con su mirada curiosa y amorosa, preguntó:
"Lady Calista, ¿desea algo?"
Calista respondió con brusquedad:
"Necesito ver a Claude."
Félix pestañeó dos veces, sorprendido.
"Lo lamento, Lady. El emperador está ocupado."
Calista no se detuvo:
"No me interesa si está ocupado. Es una emergencia... ¡Apártate!"
Calista pasó por delante de Félix, abriendo las puertas con fuerza. El ruido llamó la atención del rubio emperador, que sonrió al verla.
"Calista, cariño...", empezó a decir, pero ella lo interrumpió:
"Claude, tienes que hacer algo. Diana, la bailarina, está dando a luz. No puedes permitir eso."
Claude se mostró desconcertado y sorprendido.
"Calista, cálmate y dime qué pasa. No te entiendo."
Calista suspiró, frustrada:
"Diana está dando a luz. No quiero que ese bebé nazca... ¡Es injusto!
Calista se sentó en el mueble, su rostro reflejando enojo y frustración. Claude la abrazó:
"No te preocupes, Calista. Dejaré que yo me encargue."
Calista se levantó para salir, lanzando una mirada a Félix.
"¿Será que sucederá lo mismo que en la novela?", se preguntó. "Si es así, mejor. Le ahorraría las muertes a venir..."
Las horas pasaron, y el rumor de que el Emperador Claude había asesinado a todo el palacio rubi se esparció.
"Se dice que dejó viva a la bebé... Su madre le puso un nombre inmortal...", susurró una sirvienta a Calista.
Calista se sintió nerviosa. Nada era fácil. Su destino estaba lleno de complicaciones. .....
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XD , bueno supongo que ya regrese , ahora si quiero escribir vengo inspirada después de las largas vacaciones que me di .
En todo caso besitos a todos no se olviden comentar y votar , se los quiere mucho , perdonen las faltas ortográficas en todo caso pueden comentarlo y lo corregiré.
Aprovechando voy a subir un fanfic de Tokyo revengers ya lo tengo escrito .No me decidía por subirlo en todo caso lo subiré , ya fue ajjaaj .
