Me despidieron.
Sí, me despidieron. A mi, la empleada del mes, la que siempre se iba hasta tarde. Solo con un mensaje.
Lo siento, Jules. Debo prescindir de tus servicios. Estas despedida, pasa por tu cheque y tu carta de recomendación en cuanto puedas.
¿Qué podía hacer?
Empezando porque ese mensaje había arruinado mi día, el cual apenas comenzaba. Además, tenía un terrible dolor a causa de la resaca.
Toqué mi cabeza, sentía como punzaba. La luz que entraba por mi ventana me lastimaba los ojos.
Me senté en la cama y estiré mis brazos, tenía puesta mi pijama. Al menos estaba cómoda...
¿Mi pijama? ¿Quién me puso la pijama?
Trataba de hacer memoria, pero...
Solté un enorme grito.
Mi puerta se abrió de jalón.
—¿Qué ocurre? —dijo Aidan entrando a mi habitación.
Tenía puesto solo su pantalón de pijama, no traía nada arriba...
—¿Tú me pusiste la pijama? —le pregunté nerviosa y él lanzó una sonrisa inocente.
—¿Y si así fuera qué? —dijo sin pena alguna. Tomando asiento en mi cama, me cubrí con las sabanas, avergonzada.
—Eres un... pervertido —dije molesta y él lanzó una carcajada.
—¿Un qué? —me preguntó entre risas, su cabello estaba alborotado, lucía lindo.
—Pervertido.
—Ay, Jules —dijo sin poder dejar de reír—, el anciano soy yo. No tú.
Oh.
—¿Cómo me vestiste? —le pregunté y se alzó de hombros.
—Solo lo hice —dijo obvio—, si te mantiene tranquila no vi nada. Ni toque nada, soy un caballero.
—Claro —dije intentando creerle.
—En fin, seguramente tienes una resaca de los mil demonios —dijo levantándose de la cama, en eso tenía razón—, te prepararé el desayuno. Te espero en la cocina.
Salió de mi habitación dejándome aún más confundida.
Me lancé de vuelta a la cama y cubrí todo mi cuerpo con ella.
Él era increíble.
***
Una vez que me lavé los dientes y la cara, y me acomodé mi muy alborotado cabello, salí de la habitación directo a la cocina. Donde Aidan preparaba el desayuno, olía muy bien.
Sin embargo, al estar un poco más lúcida comencé a ponerme nerviosa.
¿Qué haría ahora que estaba desempleada? En casi mes y medio me iría de aquí y tendría bastantes gastos. No podía darme el lujo de no tener empleo.
—¿Todo bien, cariñito? —me preguntó Aidan y negué, aunque él estaba de espaldas, preparando todo.
—Me han despedido —conteste afligida—, no comprendo. Era una buena empleada, fui nombrada empleada del mes cinco veces...
Me senté en una de las sillas que había en el comedor y me cruce de brazos. Analizando mi situación.
—Eso tiene solución —contesto restando importancia—, ven a mi empresa.
—¿Qué? —pregunté sorprendida.
Aidan apagó la estufa y volteó con dos platos con huevos, tocino y pan. Un desayuno digno de un chef.
Se sentó frente a mi.
—Sí —me puso un plato con comida, se veía delicioso—, mi asistente recientemente renunció. No pido mucho, solo que me recuerden que tengo que hacer. Con ambos empleos siempre olvido algo.
—Entiendo —tome un tenedor y comencé a comer lentamente, él se levantó y trajo jugo de zanahoria—, pero sigo en la universidad.
—Eso no es problema —resto importancia, dando un bocado de huevo con tocino—, soy un ser útil por la mañana. En cuanto termines tus actividades te incorporas a la empresa o a mi despacho.
—Si no quieres entendería, de cierta forma es... —lo interrumpo y tomo su mano.
—Es perfecto, gracias —digo mirándolo a los ojos, me había salvado.
Nos quedamos en silencio y cuando noto que mi mano no lo ha soltado, lo dejo a un lado y sigo comiendo.
—El lunes preséntate en la empresa y te diré todo acerca del empleo —me dice y asiento frenéticamente—, bueno desayunemos, al menos podrás descansar. Es sábado.
Y tenía razón.
En silencio desayunamos, esta vez no es nada incomodo, es más, disfruto del silencio y la compañía de él.
***
Suspiro viendo el techo de mi habitación, no tenía nada que hacer. Tenía todos mis proyectos completos y estaba de cierta forma "libre".
Mi teléfono comenzó a vibrar insistentemente. Era una llamada de mi hermano.
—¿Qué ocurre? —dije contestando.
—Jules, debes venir al hospital —dijo rápidamente, sonaba nervioso.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente.
—¿Qué pasó? —pregunté.
—Mis papás estaban discutiendo y mamá... —se quedó callado.
Colgué sin esperar más, él la había golpeado... otra vez.
Sin arreglarme ni nada, salí de mi habitación con prisa.
—¿Todo bien? —pregunto Aidan.
Ese dolor en el pecho, otra vez no...
—Yo... no. Dios —dije cuando el aire comenzó a faltarme, observé como Aidan dejo a un lado sus papeles y se quitó los lentes.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Mi mamá —comencé a temblar y al no poder emitir sonido, salí del departamento.
—¡Jules! —me grito pero lo ignoré.
Seguí caminando como pude, casi arrastrándome debido al ataque de ansiedad.
Él me tomó del brazo y me hizo que lo volteara a ver, me tomó del rostro al ver que no respondía, me obligó a verlo.
—Mi mamá —fue lo último que dije y comencé a llorar amargamente.
Él no dijo nada, solo me abrazó con fuerza. Tratando de apaciguar mi llanto.
—Mi mamá —repetí sin dejar de llorar.
No era la primera vez que pasaba y yo ya no sabía que hacer, no era la primera vez que ocurría y yo seguía asustándome como una niña pequeña.
Él no me soltó.
—¿Necesitas algo? Cálmate Jules, todo va a estar bien —me decía acariciando mi espalda.
—Quiero ir al hospital —le dije—, regreso después.
Él no me soltó.
—No en estas condiciones, no lo permitiré —ordenó—. Te llevo yo.
Me soltó entro al departamento y salió corriendo.
Me tomo del brazo y con fuerza me sujeto.
No quería mostrarme débil ante él. Y lo hice.
—¿Quién te ha hecho llorar? —pregunto molesto mientras abordábamos el ascensor.
No respondí, solo me acerqué a él y me pegué a su pecho, sintiendo su calor.
—No me sueltes, por favor —le dije y él me abrazó con más fuerza.
Y eso solo fue el comienzo para que ambos conociéramos hasta las partes más horribles de ambos. Para que curáramos nuestras heridas.
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Amar a Dios en tierra ajena | Trilogía Eroticamente Prohibido #1
RomanceJules solo conoce un ritmo de vida: ser una estudiante ejemplar y mantener su beca universitaria. Pero su mundo cambia drásticamente al conocer a Aidan. Por un giro inesperado, relacionado a un error en el sistema, ambos terminan compartiendo más ti...