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—¿A dónde vamos?

—A presentarte a la chica que me gusta.

Pharita abrió de más sus ojos, Ruka rió.

—Eso querías, ¿no? —  asintió — Bueno, ahora la conocerás.

Sí, Pharita lo quería... pero ahora no estaba tan segura.

Sabía que su corazón se rompería tan pronto vea a esa chica, al ver como Ruka le sonreira con cariño mientras en sus ojos se notarían corazones.

Bien, tal vez estaba exagerando al imaginarse los corazones, sin embargo, nadie puede culparla, es demasiado imaginativa.

—¿Está en tu apartamento?

—Sí, está esperando ahí.

Les tomó un poco más de tiempo del pensado llegar al piso en donde vivía Ruka, todo porque Pharita solía detenerse de vez en cuando por los nervios.

"No estés nerviosa, ya verás que te gustará conocerla."

Entraron al apartamento, todo estaba oscuro. Incluso las ventanas estaban siendo cubiertas por cortinas, así que Pharita no podía ayudarse con el brillo natural de la luna para ver por dónde iba.

De todas formas, Ruka la guió hasta llegar a lo que parecía ser el medio de la sala. Pero era raro, parecían no haber muebles ni nada.

—¿Ruka?— la menor temió tropezarse cuando su amiga la soltó.

—Espera, solo prendo las luces... no te muevas.

Hizo caso, quedándose quieta mientras Ruka buscaba el interruptor.

—¿Lista?

—S-supongo...

Y las luces se encendieron.

Pharita necesitó acostumbrarse a la luz artificial del foco, parpadeando un par de veces para, al ya poder ver con normalidad, mirar hacia el frente.

—P-pero...

—¿Qué sucede? ¿No querías conocerla acaso?

—Sí... pero es un espejo.

—Pues claro, tienes que verte en el para saber quién me gusta.

Pharita se sintió bastante tonta al ver su reflejo.

Detrás de ella estaba Ruka sosteniendo una pequeña cajita de color rojo.

Se giró, encarando a la mayor.

—Entonces... soy yo.

—Sí, tonta, eres tú quien me gusta. Sonrió. Pensé que había quedado claro ayer cuando te lo dije.

—Es que soy tonta.

—Sí, la tonta que me gusta.

Pharita se sonrojó, Ruka se le acercó.

—Pharita — abrió la cajita, la cual guardaba un bonito collar de oro
del cual colgaba un pequeño dije de flor del mismo material — ¿Puedo ser tu novia?

—Sí, ¡si puedes!

Y la menor rodeó la cintura de su
(ahora) novia para acercarla todavía más, juntando sus labios en un
piquito.

—Te quiero, tonta.

—Y yo te quiero a ti, unnie.

                                 FIN

Who do you like? (Rupha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora